El día que Hermosillo se paralizó por una explosión
Una explosión que dio paso a una nube blanca de humo con forma de hongo alertó a los habitantes de Hermosillo la tarde grisácea del 31 de julio de 1950. Pensaron que se trataba de una bomba atómica dirigida a los Estados Unidos, una secuela psicológica que dejó tras de sí la entonces reciente II Guerra Mundial.
La ciudad se paralizó. Las principales tiendas del municipio suspendieron sus actividades para que los empleados se reunieran con sus familias. Soldados del Cuartel XIV acudieron a sofocar el incendio en donde años después se asentaría la colonia Constitución.
Un rayo había impactado el almacén de pólvora que la empresa “Mercería de la Paz” tenía en las periferias de la ciudad, que en aquel entonces llegaba hasta la calle Adolfo de la Huerta. La chispa eléctrica había alcanzado a encender una gran cantidad de pólvora y dinamita almacenadas.
Este hecho sembró un precedente en el estado sobre los riesgos que las empresas de este tipo pueden representar y, por medio de un recuento de los hechos, Ignacio Lagarda Lagarda, Cronista Municipal de Hermosillo, comparte la anécdota para EXPRESO.
Lagarda Lagarda estableció que las pérdidas materiales fueron severas y el caos derivado produjo estragos en las viviendas cercanas. La fuerza de la expansión del aire fue suficiente para causar tales daños, a pesar de que La Mercería se hallaba en lo que era considerado las afueras de Hermosillo.
“Al día siguiente la prensa informó que la colonia Pitic fue la más afectada, quizá por su localización en la continuidad del llano, sin defensa natural que la protegiera”, teorizó el historiador.
La Parroquia del Espíritu Santo en una colina de esa colonia fue la más afectada, con cuarteaduras en paredes, techo y el aflojamiento de puertas y ventanas. Los más afectados fueron los residentes de las colonias aledañas a la escuela José Cruz Gálvez, los de la calle Veracruz y algunos de la colonia San Benito.
La Mercería de La Paz había sido fundada en 1873 en Guaymas por el alemán Francisco Seldner, en sociedad con don Francisco Von Borstel. En 1893, Adolfo y Simón Bley abrieron una sucursal en Hermosillo. Primero se instalaron en un edificio en la esquina de Lerdo y Tampico (Yáñez y Obregón) a cargo de Juan Marcor Basozabal, donde permanecerían hasta 1907. Después construyeron un imponente y moderno edificio en Don Luis (Serdán) y Porfirio Díaz (Garmendia), que llegaría a ser conocido como el edificio Bley.
“Era la primera en su tipo y la principal negociación comercial en el estado. En ella se expendían materiales de construcción, pólvora, equipo para la minería, herramientas, pinturas, seguros de vida, cristalería, loza, papelería, alambre para cercos, láminas, artículos de regalo, ferretería en general, y muchos otros artículos, la mayoría de ellos importados desde Europa o Estados Unidos vía Guaymas y Agiabampo”, profundizó Lagarda Lagarda.
La Mercería de La Paz cerró sus puertas a finales de los años sesenta y una mueblería adquirió el edificio, que recibió transformaciones con el curso de la historia.
Milagrosamente, la implosión no arrebató ninguna vida, pero el recuerdo del accidente viviría en los rumores de la gente.
“Dio pie a que los cafeceros del Mercado Municipal dieran rienda suelta a su imaginación, tejiendo miles de supuestos sobre aquel incidente que duró por meses en las madrugadas de las fondas del mercado”, finalizó el Cronista Municipal.