Juan Pedro Bejarano supera adversidades con dulzura
Juan Pedro Bejarano Gaxiola es un ejemplo de que cuando se quiere, se puede. A sus 67 años, el hermosillense se levanta todos los días entre las tres y cuatro de la mañana para preparar su café, encender la radio y hacer entre 70 y 100 pays de queso, que luego sale a vender por las calles de la ciudad en su triciclo.
"En siete horas hago lo que tengo que hacer. Depende de lo que tenga que entregar: a veces entrego en palapas de mariscos, en diferentes taquerías y en varios lugares; a veces son menos (pays), depende de la temporada", comentó tranquilo.
A Juan Pedro lo distingue una sonrisa y una buena camaradería como estrategia de venta. Se acerca a los clientes ofreciendo 'el mejor pay de queso del mundo', con la garantía de 50 años de preparación.
Aunque pareciera una broma, lo cierto es que sí, el hombre tiene casi medio siglo elaborando su receta de postres. Con el paso del tiempo, esta fue su forma de sacar adelante a su familia, compuesta por cuatro hijos y su esposa. "Gracias a Dios", dice, ahora sólo apoya a uno de sus hijos que sufre epilepsia.
A pesar de su actitud positiva, Juan Pedro siempre recuerda con orgullo su anterior trabajo. Antes de ser emprendedor, fue policía y llegó a ser comandante.
"Estudié dactiloscopía y mecanografía; a los 17 años entré a trabajar en la Policía. Luego estudié en una academia en la comandancia del centro, de ahí me mandaron a Obregón a estudiar en la escuela de policía. Después volví a Hermosillo, pero hubo varias cosas que desanimaron mi carrera como policía", explicó.
Juan Pedro interrumpió su carrera en la Policía Municipal para viajar errante por varios estados de la República con su familia, que iba creciendo. Tuvo que aprender varios oficios para salir adelante, como albañilería, carpintería, herrería y, finalmente, la elaboración de postres.
Volver a vivir
Hace unos tres años, cuando todo parecía estar en orden, Juan Pedro comenzó a sentir su cuerpo extraño, con una debilidad creciente en sus brazos y piernas. Al principio pensó que sus síntomas eran propios de su edad, pero su teoría se derrumbó en cuestión de días, ya que comenzó a tener dificultad para hablar, masticar e incluso ver.
"Fue en todo el cuerpo: se me cerró la garganta, se me cerraron los ojos, no los podía abrir, se paralizó el nervio del músculo y, si el nervio no responde al músculo, uno se paraliza", recordó.
Se trataba de Miastenia Gravis, un trastorno autoinmunitario cuya causa no pudieron detectar, pero afortunadamente obtuvo tratamiento, el cual sigue tomando hasta hoy para mantenerse activo en las calles.
Para Juan Pedro, este episodio le brindó "un tiempito más" de vida para seguir apreciando los bellos detalles, como levantarse temprano, preparar el desayuno a su esposa y disfrutar a su familia hasta que "Dios le preste vida".
¿Qué es Miastenia Gravis?
Es una enfermedad autoinmune crónica que afecta la comunicación entre los nervios y los músculos, causando debilidad muscular. Esta condición se caracteriza porque el sistema inmunológico produce anticuerpos que bloquean o destruyen los receptores de acetilcolina en los músculos, lo que impide la adecuada contracción muscular.