Francisco y John, dos venezolanos en Hermosillo que buscan llegar a EU
Luego de varios meses de permanecer en albergues y refugios, algunos venezolanos mantienen la esperanza de cruzar a Estados Unidos, otros sin certeza de su futuro y unos cuantos ya consiguieron un empleo temporal en Hermosillo.
Francisco Soto, originario de Maracaibo, Venezuela, es uno de los migrantes en el refugio de la Parroquia San Luis Gonzaga pero no declina en su intención de cruzar a Estados Unidos y planea cruzar legalmente a través de la aplicación "CBP ONE" para migrantes.
"Con el convenio que México hizo con Estados Unidos uno puede ingresar sus datos a la aplicación y te ponen una fecha para ingresar al puerto fronterizo, te dan un código para presentarse y poder obtener un permiso de permanencia de dos años”, mencionó.
El gobierno no quiere que estemos en la calle, sino que cada quien espere en un refugio, dijo, que al menos unos 30 compañeros se han ido por medio de una cita en dicha aplicación.
Desde el 11 de octubre está en México, ha pasado por Chiapas, Monterrey y Ciudad Juárez, por donde ingresó a Estados Unidos pero fue deportado el 25 de diciembre por la frontera de Nogales y finalmente trasladado a Hermosillo.
“Yo y muchos compañeros estamos trabajando, yo trabajo con un contratista de construcción, aquí llegan muchas personas que nos invitan a trabajar”, manifestó.
Por su parte, John Rojas un joven de 21 años y originario de Falcón, Venezuela, tiene un mes en la capital sonorense luego de que fue deportado de EU por la frontera de Nogales.
Quiere volver a intentar el “sueño americano” pero desconoce los trámites migratorios y asegura no ha recibido ningún tipo de orientación al respecto por alguna autoridad o experto en leyes.
Él ya consiguió un trabajo en un lavado de autos pues su mente necesita estar ocupada y además le permite obtener ingresos sin necesidad de andar pidiendo en la calle.
Recordó que su travesía ha sido larga y dolorosa y no sabe cuando terminará pues primero tuvo que escapar de Venezuela a Colombia en octubre del año pasado.
“Todo empezó en Colombia, y de ahí cruce la selva para llegar a Panamá, después Costa Rica, luego Nicaragua, de ahí a Honduras, Guatemala y por último México”, recordó.
A México entró por Tapachula, Chiapas y posteriormente cruzó a Estados Unidos por Ciudad Juárez pero fue deportado a los tres días por Arizona a Nogales, Sonora de donde lo trajeron autoridades migratorias mexicanas a Hermosillo hace poco más de un mes.
“En un principio estuve ayudando al padre (Gilberto Lezama) en la iglesia y luego me puse a buscar un trabajo, ahorita estoy trabajando en un lavado de carros para entretener la mente y no estresarme”, comentó.
Trabaja de lunes a sábado de las 9:00 de la mañana a las 7:00 de la tarde y los domingo descansa, es cuando sale a pasear y comprar sus artículos de primera necesidad, dijo.
Sus padres viven en Venezuela y aunque está en constante comunicación con ellos, no deja de extrañarlos pero no puede volver allá porque un hermano mayor tuvo problemas con el gobierno y él fue perseguido.
“Por problemas que tuvo mi hermano con el gobierno, a él lo estaban buscando y me agarraban a mí y me amenazaban que me iban hacer un daño algo, entonces dejé el colegio, agarré mis papeles y me fui a Colombia donde terminé mi bachiller”, compartió el joven migrante.
Ahora tiene que esperar el tiempo que sea necesario para poder llegar a suelo estadounidense o quedarse en México, pero no tiene idea de cómo resolver su situación migratoria.