Zancadilla Teatro lleva 15 años sacando sonrisas a pequeños sonorenses
HERMOSILLO, SON.- Una familia que durante años ha otorgado sonrisas, a través de diferentes puestas en escena, a niños, niñas, jóvenes y adultos sonorenses, es “Zancadilla Teatro”, conformada por la pareja, Luis Moisés y Carmen Vázquez, acompañados de su pequeña hija, Rocío “Kikío”, quienes se han ganado el cariño del público gracias al inmenso amor que tienen por el teatro.
Inicios
El proyecto nació en Mexicali, Baja California, en el año 2007; la pareja se conoció haciendo teatro desde muy jóvenes, trabajando juntos en diversos proyectos, para después de varios años radicar en Sonora.
El nombre de “zancadilla” viene de un personaje en cuya obra de teatro caminaban en zancos, que fue otra de las puestas en escena que llevaban a cabo como grupo.
La pareja de artistas platicaron que entre las diferentes artes escénicas que trabajan, está la integración de títeres, actores, pantomima, teatro físico, entre otros, dedicando un 90 por ciento de su trabajo a los infantes.
Familia teatral
La pequeña Rocío, mejor conocida como “Kikío”, de 7 años de edad, comenzó a realizar las artes escénicas con su espectáculo de “Kamishibai”, contando cuentos utilizando láminas de papel que incluyen dibujos y letras, y al mismo tiempo se desarrolla en la danza clásica, ballet, jazz y gimnasia.
Los padres de “Kikío” se sienten muy orgullosos de sus logros, pues a su corta edad ya tiene cuentos escritos, narrativas que ella misma ha creado desde su imaginación, lo que la ha llevado a participar en festivales internacionales.
“Veo a los niños reír y platicar, eso me ha hecho muy feliz, porque siento que estoy haciendo feliz a otros niños”, expresó la pequeña.
Obstáculos
Los artistas han tenido que lidiar con algunos obstáculos, pues debido a la falta de presupuesto adecuado, coincidieron que el gobierno destina cade vez menos recursos a la cultura, y que no se le da difusión ni la importancia necesaria. Comentaron que las artes están hechas para impactar a la sociedad, transformar vidas y construir individuos íntegros.
“El teatro ha sido lo que ha puesto la comida en nuestra mesa desde hace más de 15 años, únicamente trabajábamos haciendo teatro, y la pandemia vino a tumbarnos la chamba, nos quedamos totalmente sin trabajo. Afortunadamente también tenemos un pequeño negocio que pusimos a raíz de la pandemia, pero para nada es a lo que estábamos acostumbrados”, enfatizó, Carmen Vázquez.
Nuevos proyectos
Dentro de sus futuros proyectos, la familia compartió que tiene muchos planes de cara a la reactivación después de la pandemia; plantearán inculcar el aprendizaje en los niños a través del teatro, ya que creen firmemente que cuando ellos sean adultos van a ser quienes consumirán el teatro.
“Queremos armar un espectáculo que hable sobre la importancia de la limpieza, del reciclaje, cuidar las áreas verdes, las áreas comunes, los parques y todo eso, dedicados a los niños principalmente”, reiteró Luis Moisés.
También agregaron que contar cuentos para los niños significa todo, ya que a través de éstos se desarrolla su imaginación, el lenguaje, su corporalidad, el deseo de saber más allá de lo que comprenden, y les da capacidad de convertirse en autodidactas.
“Los cuentos, además de desarrollar su imaginación, también les ponen los pies sobre la tierra, pero los hacen relacionar lo que escuchan con el contexto que están viviendo, ya sea social, económico, educativo, en todo el ambiente donde ellos se desenvuelven”, comentó Carmen.
Motivación
Ellos como artistas profesionales están convencidos que los niños y las niñas necesitan una motivación para acercarse a las artes, ya que suele ser un "salvavidas". Confían en que las autoridades que van entrando puedan mejorar las condiciones en cuanto a impulsar la cultura y el teatro, ya que es muy difícil, sobre todo a raíz de la contingencia.
Dentro de las grandes satisfacciones que han tenido, es poder vivir exclusivamente desde hace 15 años del teatro, realizar el trabajo de manera profesional, con harta pasión, y ver la sonrisa que tendrá el público al final de una función, pues es reconfortante para ellos y funge como su gran motivación.