Desorden y saqueos en Acapulco tras el paso del huracán 'Otis'
En el puerto de Acapulco priva el desorden por la falta de agua, luz y telefonía; crecen los saqueos en prácticamente todos los comercios de la costera y la incertidumbre por el desabasto de insumos entre pobladores y turistas varados.
Con el sol a plomo y a una temperatura que llegó a 35 grados, miles de acapulqueños deambulaban por las calles, otros desesperados buscaban víveres, muchos se sumaban a saqueos y otros tantos querían huir para quedar atrapados en un enjambre de autos que no circulaban ante caminos cerrados por destrozos y deslaves.
Era evidente que las autoridades de todos los niveles estaban rebasadas. Muchos saqueos ocurrieron mientras soldados barrían o escombraban destrozos. Apenas ayer se anunció el envío de mil 300 guardias nacionales y 10 mil efectivos militares para atender la contingencia en Guerrero que parecen insuficientes ante la dimensión de la tragedia.
La Costera Miguel Alemán mantenía los estragos de la furia de Otis: marquesinas derrumbadas, colchones que volaron desde los condominios, pedazos de madera y restos de vidrio por todos lados.
Juan Manuel Vargas, abogado de 66 años, chilango y visitante asiduo de Acapulco, aseguró que a pesar de que ahuyentó a unos jóvenes que pretendían robarle partes de su vehículo, no se percató que le robaron gasolina.
"La Marina vino y nada más a una tienda; se surtieron y se fueron. Dejaron la calle bloqueada como ves. No es posible eso", reprochó.
Sobre la Costera no hubo una tienda de conveniencia que no fuera saqueada, tampoco se salvaron grandes almacenes, agencias de autos y una empresa de paquetería de donde no sólo sustrajeron los envíos, sino también la gasolina de las camionetas repartidoras y las baterías.
A un costado del Parque Papagayo, sobre la Avenida Cuauhtémoc, lucían derribados postes de luz con las líneas de transmisión rotas. Ramas de árboles obstruían el paso y también las láminas que volaron de techos cercanos.