Piden a EU defender el "legado de Floyd"
WASHINGTON, EU.- La angustia y la ansiedad aprisionada eran tan grandes que liberarlas fue una algarabía, una fiesta de llantos y sonrisas, y de gritos y de alivio, especialmente alivio.
Un respiro urgente para un EU que vivía en vilo por una sentencia judicial, que este martes tuvo desenlace: el expolicía blanco Derek Chauvin es culpable de asesinato y homicidio, de asfixiar con su rodilla blanca el cuello del afroamericano George Floyd, cuya muerte fue la chispa que reavivó el fuego del movimiento Black Lives Matter y puso de manifiesto, una vez más, el grave problema de brutalidad policial en el país.
Nada hubiera sido posible sin la grabación del teléfono móvil de Darnella Frazier, por entonces todavía menor de edad, que aguantó más de nueve minutos para que quedara registrada la muerte de Floyd bajo el yugo de Chauvin, quien lo había detenido por intentar pagar con un billete falso de 20 dólares. Sin esas imágenes, la muerte de Floyd hubiera quedado como una anécdota más de la violencia de las autoridades estadounidenses, especialmente dura contra las minorías raciales.
Pero Frazier lo grabó, se difundió por todo el mundo y fue clave en el juicio contra Chauvin. Los 12 miembros del jurado popular que tenían en sus manos el destino del exagente tardaron menos de 10 horas —algo extremadamente inusual por su rapidez en un caso de cierta complejidad por el que pasaron 44 testigos en 14 días— en declararlo culpable de forma unánime de dos delitos de asesinato y uno de homicidio. Dentro de ocho semanas un juez le dictará la condena, que podría ser de hasta 40 años de cárcel.
La lectura del veredicto, las tres veces que el juez dijo la palabra culpable, llenaron las calles de EU de alegría. Una sensación de justicia pocas veces vivida, en un país donde el uso excesivo —incluso mortal— de la fuerza por parte de policías casi nunca se sanciona.
El presidente de EU, Joe Biden, es consciente de ello. "Un veredicto de este tipo es demasiado raro", dijo en una declaración institucional desde la Casa Blanca. Desde 2005, sólo siete policías han sido declarados culpables por asesinato en tiroteos, aprovechándose de la laxitud de las leyes. "Fue un asesinato a plena luz del día y le quitó al mundo la venda de los ojos para que viera el racismo sistémico", dijo Biden, seguro de que el veredicto es "un paso adelante" en la reparación del racismo y hacia el fin de la brutalidad policial, especialmente contra las minorías.
Ahora EU tiene por delante lo más complicado: hacer que la sentencia sea el motor de cambio que activistas y políticos, entre ellos Biden, piden, en un esfuerzo nacional que, en palabras del mandatario, debería servir para estar "a la altura del legado" de Floyd. "Este puede ser un momento de cambio significativo", dijo Biden, quien siempre mostró su afecto por la familia Floyd, a la que expresó su "alivio" por la sentencia.
Un alivio compartido por Kamala Harris, vicepresidenta y primera afroamericana en llegar a su cargo, quien reconocía que "una medida de justicia no es lo mismo que una justicia igualitaria", y que el trabajo de ahora en adelante es "honrar" el nombre de Floyd con cambios sistémicos, entre ellos la aprobación, pendiente en el Congreso, de la iniciativa de reforma policial George Floyd, que busca establecer estándares para el actuar de la policía.
"No llamaría al veredicto de hoy justicia, porque la justicia implica una restauración completa", avisó el fiscal general de Minnesota, el demócrata Keith Ellison. "Pero sí es una rendición de cuentas, que es el primer paso hacia la justicia", añadió.
Si el tema del racismo y la brutalidad policial no estuvieran tan dentro del alma estadounidense, no se habrían dado los gritos de júbilo en las calles. "Ha sido un camino largo. Hoy podemos respirar de nuevo", dijo Philonise Floyd, hermano menor de George Floyd, convertido en portavoz de la familia y activista por los derechos de los afroamericanos, quien se remontó al linchamiento de Emmett Till, en 1955, para demostrar el sentimiento de injusticia perenne en la comunidad afroamericana. Y que ayer, ni que fuera por un segundo, pudo sacar toda la tensión acumulada durante décadas.
En los 9 minutos y medio de angustia hasta su muerte, Floyd dijo 27 veces que no podía respirar y Chauvin hizo caso omiso. La rodilla del expolicía acabó con el flujo de oxígeno de su víctima, matándolo sobre el asfalto. Chauvin, tras la lectura de la sentencia, salió del juzgado esposado, en dirección a la cárcel. Fuera del juzgado, Estados Unidos respiraba aliviado.