La detección oportuna de cáncer le salvó la vida a Analilia Álvarez
Han pasado 14 años desde que Analilia Álvarez Muñoz recibió una noticia que le cambió la vida totalmente. Unos exámenes después de una operación le confirmaron que tenía cáncer de mamá en etapa 1.
Enfermera de profesión y especialista quirúrgica, expresó que siempre le había tocado tratar con pacientes que padecieron algún tipo de cáncer, pero nunca se imaginó que ella se convertiría en una persona que tuviera esta enfermedad.
“Yo me acuerdo de que saliendo del baño una vez me recosté y me sentí una bolita, no me sentí a gusto, fui a hacerme exámenes, me dijeron que era algo operable, que parecía solo un absceso de grasa. Fue hasta que me operaron que analizaron lo que tenía, cuando me dijeron que sí era cancerígeno y que debía iniciar tratamiento. Yo no puse atención a lo que dijo el doctor, solo me dijo que era cáncer y lo único que pensó mi mente es ‘me voy a morir’, ya no supe más”, expresó.
Analilia tenía servicio de seguridad social, pero por el tipo de tratamiento que debía llevar, optó por un servicio particular y se fue a vivir a la ciudad de Los Mochis, pues allá tenían un sistema más avanzado y focalizado para tratar su problema, así tendría la seguridad de que no perdería su seno.
“Fue una decisión muy difícil, me acuerdo de que cuando recibí el diagnóstico me acompañó mi suegra, mi esposo se acababa de ir a trabajar fuera y era una decisión muy difícil que tuve que tomar, pues pensé en mis hijos, en que si yo llegaba a faltar qué sería de ellos, por eso opté por llevar mi tratamiento sin que él me acompañara y un hermano fue quien estuvo conmigo”, agregó.
Ella mencionó que el haber actuado a tiempo y no dejar que pasara más tiempo fue lo que le salvó la vida, pues en lo inmediato acudió con un ginecólogo oncólogo, para hablar sobre ese “bulto” que sentía por debajo de su seno derecho.
“Aunque algunos médicos me decían que no era nada malo, yo no me sentía tranquila y fue hasta esa cirugía que realmente supe mi diagnóstico: carcinoma”, manifestó.
Tratamiento
Aunque se actuó a tiempo, mencionó que sólo tenía dos opciones: una que era quitarle su mama y la otra llevar quimio y radio-terapia con la opción de que podría salvar su pecho. Optó por la segunda.
“Recuerdo que me dijo el doctor, muerto el perro se acabó la rabia, pero el otro tratamiento era la radio y la quimio. Yo tomé esa decisión, pues me explicaron las complicaciones que tendría después, si me llegaban a quitar mi pecho y creo que fue la mejor decisión. En ese entonces no había cómo tratarme en Obregón y por eso me tuve que ir”, aseguró.
Lo más difícil para ella, aparte de tener que lidiar con los dolores de la enfermedad, era la preocupación de si ella faltara quién cuidaría de sus tres hijos.
“Yo creo que Dios fue bueno conmigo, porque desde que me dieron el diagnóstico, yo pude conservar mi mama. Sí creo que hubiera sido devastador para mí el que me hubieran quitado el pecho. Yo hasta que no supe con quién dejaría a mis hijos, pude descansar y realmente vivir la enfermedad”, sostuvo.
Las radiaciones eran de lunes a viernes, pero cada fin de semana ella sacaba fuerza de donde pudiera para ir a ver a sus pequeños, ahora ya jóvenes, para que no la vieran triste, decaída y sin fuerza.
Su principal motivación, aseguró, siempre fueron sus hijos.
“Yo llegaba a las radiaciones y veía a niños que estaban en la misma situación que yo y eso me daba fuerza, porque los veía jugar y disfrutar. Yo pensaba que yo era la única que estaba sufriendo, que no había una persona más lastimada que yo, pero aprendí que hay otras cosas peores y que hay que vivir un día a la vez”, afirmó.
El aprendizaje
Después de vivir esta lucha, aseveró, su perspectiva del mundo ha sido diferente, pues durante estos años empezó a hacer otro tipo de actividades como estudiar y bailar, actividades que asegura le han cambiado la vida.