El amor de Cinthia y Rafael traspasó las cartas y rompió barreras entre países
GUAYMAS, SON.- En enero de 2004 la comunicación a distancia más utilizada era el correo electrónico y aún era común darse el tiempo para escribir con el estilo narrativo de las cartas.
Cinthia Lino trabajaba en Guaymas, Rafael López, originario de Cuba, estudiaba en Islandia y por correo se conocieron, pero cuando él regresó a su país, con limitaciones para el uso de la tecnología, comenzaron a escribirse cartas tradicionales cada lunes.
Foto: Cortesía
En mayo se hicieron novios por carta y en septiembre se conocieron porque ella fue a visitarlo a la ciudad de Camaguey por su cumpleaños número 40, pero las cartas se prolongaron unos años más, incluso después de que se casaran en Cuba en mayo de 2005 y ella tuviera que volver a México a esperar que se resolviera la residencia legal de su esposo y poder vivir juntos.
“No sabemos cuántas cartas fueron, pero sí muchísimas, maletas llenas, en la oficina de correos ya sabían esa historia, decían: Ah, tú eres Cinthia, la de las cartas con el cubano. Se les hacía raro, en esa época ya la gente no se escribía cartas, menos cada semana”, platican.
Cuando la historia comenzó ella tenía 33 años y trabajaba en centro de cómputo en el Instituto Tecnológico de Guaymas (ITG), mientras que él estaba en un curso de especialización en la Universidad de las Naciones Unidas en Reikiavik, y Rafael cuenta que coincidió con Cinthia porque un compañero mexicano le enviaba fotos de Islandia y un día ella le preguntó quién le tomaba esas fotos tan bonitas, le dijo que era Rafael y le dio su correo.
“Recibí un correo de ella, yo le preguntaba qué hacía y me gustó esa forma de platicar, su forma de interesarse por cosas trascendentales. Me llamó la atención que ella es muy patriota y me gusta eso. Dice mi mamá que yo de niño decía que me quería casar con una mexicana, es que siempre quise conocer México porque me crié viendo películas mexicanas en Cuba, estaban Pérez Prado y muchos actores cubanos, había mucha relación entre los países en la época que hicieron aquellas películas”, dice Rafael.
En 2005, en la isla no existía el correo con salida internacional para los ciudadanos comunes, y solamente quienes laboraban relacionados con el gobierno podían tenerlo, Rafael dirigía proyectos para el desarrollo de la pesca en el país y por eso logró que le hicieran uno, no obstante, desistió de utilizarlo para cuestiones personales y regresaron a las cartas y a las llamadas por teléfono cada 15 días desde la casa de una tía suya.
“La primera vez que me llamó fue antes de salir de Reikiavik, me dijo: habla Rafael el cubano, me empecé a reír, ahí me di cuenta de que estaba enamorada, me empecé a reír como tonta, ya me gustaba por sus conversaciones en los correos, también lo vi en fotos, pero cuando oí su voz me emocioné mucho, siempre me gustó cómo ama a su familia, para él la unión familiar es muy importante y no quiso que yo me separara de la mía para irme a vivir allá”, comenta Cinthia.
También fue mediante cartas y llamadas telefónicas que Rafael habló con los padres y hermanos de Cinthia para pedirla en matrimonio, el cual se celebró en mayo de 2005 con una serie de trámites dificultosos antes, durante y aún después, y cuentan que una de las dudas frecuentes era que si se trataba de un casamiento con fines de escapar del país, o irse a Estados Unidos, si eso que hacían era realmente por amor.
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El 7 de julio de 2006, Rafael llegó a Guaymas procedente de Camaguey y se llevó un susto con el calor que hacía en este puerto, ya que en su ciudad tienen una media de 25 grados, pero eso no lo hizo pensar en regresarse, además tuvo muy buena bienvenida de la familia y amigos de su esposa y Cinthia dice que pensó en alguna posibilidad de discriminación racial, pero eso nunca pasó, y por el contrario, la gente lo miraba con mucho interés y hasta le preguntaban si era familiar del beisbolista Julio Alfonso Alfonso, un cubano que hace décadas se casó con una guaymense y se convirtió en un personaje importante para el deporte porteño.
Lo que sí fue muy difícil para él fue conseguir su primer trabajo, pues como ingeniero químico tenía un extenso currículum y en las empresas se asombraban pensando que no podrían pagarle lo suficiente, pero él, viniendo de Cuba donde su salario mensual era de 20 dólares, dice que solamente de ver que era posible ofrecerle mil dólares al mes “se le abría el cielo”, pero aún no comprendía que en México no era la gran cantidad.
Así, mientras Cinthia era maestra y se encargaba de otras actividades en el ITG, Rafael empezó a laborar en una empresa en proyectos de investigación y desarrollo.
Pasó por varios trabajos, en 2009, de modo voluntario apoyó a la comunidad después de la tormenta tropical “Jimena” y esa fue la oportunidad para conocer todas las colonias de Guaymas y a su gente; por esa misma red de contactos, en noviembre de ese mismo año fue nombrado subdirector municipal de Ecología y otra serie de trabajos que junto con el amor por su esposa, lo mantienen hasta la fecha en el mismo lugar, y contrario a lo que les decían, aunque fuera a modo de broma, el casamiento nunca fue un truco para escapar o ayudar a escapar de Cuba, sino un amor que lleva 17 años.