Josefina "Pina" Saucedo culmina 32 años de labor en el ITG
Ese día, Pina dijo que se iba contenta de haber visto a más de mil alumnos convertirse en profesionistas y también por impulsar las actividades culturales (sobre todo de literatura), en una ciudad que, si bien ha dado escritores destacados, no era usual que las instituciones educativas establecieran programas de fomento a la lectura e invitaciones a los autores para presentar sus libros ante los jóvenes.
Pina nació en Hermosillo en el año de 1959 y creció en el barrio de Las Pilas, en una familia de seis hermanos y con padres amorosos, que según ella refiere, les inculcaron buenos valores, amor al trabajo y siempre les tuvieron confianza para elegir la labor de vida que desearan. A raíz de ello, Josefina ingresó a la Licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad de Sonora, para titularse en el año 1984.
Al salir de la carrera comenzó a trabajar en medios editoriales, primero como correctora de estilo y después de reportera, un trabajo que a la par de su personalidad amistosa le generó afectos entre la gente de Hermosillo, pero años después ese carisma haría su parte en Guaymas.
“Tenía seis años en el medio, un día estaba en la redacción de un periódico, cansada y bien enojada, y así como una tontería, una ocurrencia, le hice un llamado a Superman para que viniera a salvarme, yo estuve muy a gusto como periodista, pero el trabajo ya no me llenaba", contó riéndose.
El 19 de septiembre de 1990, semanas después del llamado al superhéroe, llegó a esa oficina el señor Juan Dworak, quien era director del Instituto Tecnológico del Mar (ITMAR), hoy ITG, y le dijo que estaba buscando a una persona con su perfil para trabajar en la institución. El único posible inconveniente era que debía dejar Hermosillo para vivir en Guaymas, a lo que Pina dijo: "¡Me voy!"
“El mero 24 de septiembre de 1990, el chofer del entonces ITMAR fue por mí, pasamos por el malecón y me enamoró la vista de la bahía, yo ya conocía Guaymas pero no de esa manera, no pensaba que esta fuera a ser mi casa, yo acababa de cumplir 31 años y ahora tengo 63, ya son más años viviendo aquí”, dijo.
Explorando nuevos horizontesLas computadoras ya se utilizaban en muchos lugares, pero su uso no era extensivo a todas las áreas, y Pina redactaba los boletines en una máquina mecánica, sacaba foto copias y tomaba un camión de la ruta “Paraje” para ir a la zona centro a repartir los boletines en estaciones de radio y en el periódico local.
Relató que uno de sus hermanos es astrónomo, y con su ayuda comenzó a promover eventos de observaciones astronómicas para los estudiantes y público en general, así como presentaciones de libros en el plantel, donde los alumnos conocían la experiencia de los autores.
“Nos conectamos con la promoción cultural y científica, era austera pero tenía amigos de los medios que nos ayudaban bastante, estuvo Jorge Carrizales ayudando, el venía de Monterrey que ya era una ciudad muy grande y tenía una formación más amplia, después empecé a ir al taller literario de la Casa de la Cultura que coordinaba Ramón Santoyo, ahí conocí a mucha gente”, detalló.
Por diez años estuvo en la Coordinación de Literatura de la Casa de la Cultura de Guaymas (1999-2009), donde percibía un salario de 400 pesos al mes, y aunque se quejaba de la escasa paga, lo compensaba con la satisfacción y la oportunidad de que las dos instituciones se retroalimentaran.
“Esas dos actividades me servían mucho para dar a conocer el arte y la ciencia, me preguntaban en las radios: ¿con que cachucha vienes? ¿Casa de la Cultura o ITG? y yo les decía que con las dos, en el 2008 uno de los eventos magnos fue el ‘Concierto Bajo las Estrellas’, tuvimos música, leímos poemas, hubo observaciones de astros, todo eso en la Plaza del Pescador, esa noche yo conocí a Saturno, lo vi en el telescopio con sus aritos y hasta le escribí un poema que se llamó ‘Primera cita con Saturno’, hicimos las cosas con mucho cariño conectando las actividades de las dos instituciones, vinieron muchos amigos escritores, la Silvia Teresa Manríquez, el Carlos Sánchez, Guadalupe Gálvez, la Anna St Clair, Emilia Buitimea, el Omar Navo con el grupo del Gaspior Madrigal, el Chapo Soto, la Silvia Arvizu, hubo mucho de eso, pierdo la cuenta si te digo cuanto, un número no sé”, explicó.
Las actividades de divulgación y formación literaria fueron constantes, y en 2018 organizaron otro ‘Concierto bajo las estrellas’, esta vez en el ITG, con un planetario, música de orquesta y varios cantantes de géneros distintos a los comerciales, y dijo Pina que ese es uno de los momentos que más le gusta recordar.
Desde su juventud, Pina escribía poesía y participaba en encuentros literarios (muchos de sus poemas están en antologías y revistas), y recordó que en la década de 1980, cuando estaba en el ambiente de los medios de comunicación, se negó a publicar sus poemas en libros porque tenía muchas facilidades con los editores y sentía que utilizarlas era algo deshonesto y no sería un trabajo meritorio.
“También pensaba que tenía que dejar los escritos decantarse, madurar, encontrar mi voz, los fui dejando, tengo pendiente reunir todos los escritos y poemas para revisarlos, y ahora sí pensar en publicarlos en libros, hay un mar de historias que a veces se van quedando o se esconden y luego salen, y me gustaría escribir más cosas, pero la misión ahorita es rescatar los escritos guardados desde hace muchos años”, sostuvo.
Le dan su despedidaLa mañana del 30 de septiembre, el día de la despedida, el director del ITG Eugenio Borboa Acosta dijo que “para los alumnos se fue el alma y la felicidad caminando por los pasillos, pero yo no siento que se haya ido, vamos a estar en contacto, ella siempre nos dio cobijo a los 83 trabajadores que estamos aquí”.
Bulmaro Pacheco Moreno, ex director de la misma universidad, estuvo presente el día de la despedida de Pina y cuatro personas más que terminaron su vida laboral, y aseguró que “se va a extrañar su formación cultural y su disposición a trabajar al servicio de Guaymas, su gran sentido de la responsabilidad y entendimiento de la condición humana que la hizo trabajar en armonía con todos sus compañeros sin ningún conflicto en 32 años”.