Mayra Paredes, combina su capacidad de escritora, educadora y repostera

Su historia y su obra, sin embargo, requieren un vistazo más amplio para dimensionar su personalidad. Mayra nació en el seno de una familia con amor por la lectura y la docencia, por lo que su elección profesional no resulta nada sorprendente.
Mayra Paredes. (Foto: Especial / EXPRESO)

Pronto, muy pronto habrá de llevarse a cabo en Hermosillo la presentación del libro de poemas llamado “Vértebras Itinerantes”. Su autora, Mayra Paredes, estudió la licenciatura en Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora, y hoy se presenta como “escritora y pastelera”.

Su historia y su obra, sin embargo, requieren un vistazo más amplio para dimensionar su personalidad. Mayra nació en el seno de una familia con amor por la lectura y la docencia, por lo que su elección profesional no resulta nada sorprendente.

En 2016 su trayectoria tomaría un giro al recibir un apoyo del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora. El financiamiento iría destinado a su proyecto de literatura oral, “Sonora en Prosa”.

El trabajo consistió en recoger historias orales de los pueblos de Sonora para convertirlas en literatura infantil. Entre los lugares que recorrió se encuentran Villa Juárez y la Isla del Tiburón:

“Con todos los cuentos que recopilamos, todas las historias, se conformó un colectivo cuenta cuentos para llevarlas a los niños. Nos empezamos a presentar para interpretar esas historias, para exponerlas en jardines de niños en escuelas primarias y en ferias de libros en eventos de Literatura”.

De manera que, además de la literatura, Mayra entró en contacto con la vocación de enseñar.

"Era muy divertido porque contábamos acerca de las etnias, por ejemplo, dábamos como parte del contexto, una especie de introducción, y allí los niños aprendían de la cultura, de las tradiciones. Luego ya empezaba el puente y ya era como que un poquito más dinámico, más divertido y los niños jugaban, unas risotadas”, explica.


Un objetivo tras otro

El proyecto “Sonora en Prosa” terminó, pero en 2019 Mayra encontró una manera de compartir la literatura y ayudar la comunidad: comenzó a impartir cursos en un Centro Habitat ubicado en el sur de la ciudad.

“Necesitaban mucha ayuda, o sea, mucha ayuda y traté yo de dar lo mejor de mí para que los niños se sintieran bien y felices”.

Al día de hoy piensa que lo logró, los niños querían estar en su curso y compartían el aprendizaje mediante juegos, cosa que para Mayra es lo más importante.

Una de sus maneras de compartir fue tomar un curso de repostería y comenzar a hornear postres para sus alumnos, quienes la recibieron con alegría desde el primer momento.

Cuando su trabajo en el Centro Habitat terminó, decidió emprender un negocio: creó un personaje al que bautizó como 'El Conejo Repostero Atolito', y se dedicó a diseñar, hornear y decorar pasteles bajo pedido.

En cosa de días sus pasteles se volvieron virales en redes sociales gracias a su originalidad: el primero en darse a conocer masivamente fue uno ilustrado con una rodilla lastimada, haciendo alusión al chiste popular que atribuye los malos giros del destino a tener dicha articulación en malas condiciones.

Ayudar a los menos favorecidos

Entre el negocio y el juego, la voluntad de Mayra por ayudar a los menos favorecidos la llevó a regalar pasteles. Al enterarse de adultos mayores, niños o familias con dificultades económicas para curar una enfermedad, pagar una operación y más, la escritora comenzó a contactarles para ofrecer una rifa de sus pasteles y destinar los fondos a cada causa.

Luego de estos años de ser escritora, cuenta cuentos, maestra y repostera, los ingresos de Mayra provienen de la venta de pasteles, aunque busca reconectar con la docencia: el libro 'Vértebras Itinerantes' fue escrito en el transcurso de sus proyectos y tiene como fin obtener su titulación y continuar con su pasión por la enseñanza.

En “Vértebras Itinerantes” que se presentará el 17 de mayo, Mayra retrata la otra cara, -menos esperanzadora-, de sus memorias.

Dedicados a Raquel Padilla Ramos y otras víctimas de feminicidios, al incendio de la guardería ABC y otros siniestros del entorno local y nacional; logra contrastar con su modo habitual de contar: la alegría.

La escritora recordó la importancia de apoyar a la comunidad y, sobre todo, de cuidar y proteger a las infancias.