Más vale tarde que nunca: carretera Hermosillo-Guaymas
Viajar por 'la cuatro carriles', como se conoce a la carretera federal número 15, es recorrer 72 años de historia. Una historia principalmente mercantil, pues se trata de una de las principales rutas para transportar productos exportados e importados.
Son 72 años de historia que, en el tramo Hermosillo a Guaymas, se resumen, en la actualidad, en 78 cruces y capillas que explican por qué los viajeros también le llaman 'la carretera de la muerte'.
Contar las cruces y capillas significa comenzar la lista casi a los pies del puente que va con rumbo a la colonia Altares: antes de salir de Hermosillo, pero ya en ruta, se encuentra un vistazo a la memoria de Antonio de Jesús Zamora León, quien perdió la vida el 30 de noviembre de 2023, cuando tenía 75 años. Don Antonio aprendía a caminar cuando el expresidente Miguel Alemán Valdés inauguró la obra.
Las 78 cruces son una cifra estimada debido a que la altura de la vialidad impide, en muchas ocasiones, detener el vehículo para bajar y registrar con toda seguridad las señales puestas por viudas, huérfanos y todas las personas heridas por la muerte prematura.
El viaje también deja ver que los contrastes son claros durante los 134.7 kilómetros del tramo carretero, recorrido a diario por 13 mil 674 vehículos, según las cifras oficiales:
A 20 kilómetros del recorrido se encuentra una capilla que honra la existencia de Zitlahly Eduwiges Hernández Elenes, de 21 años, junto a la de Aaron Fernando, de 13 años, y Lizbeidy, de 8, quienes murieron el 10 de abril de 2006. La memoria de los primos, según sugiere el hecho de que comparten el segundo de sus apellidos, se encuentra resguardada por tres árboles cuyo tallo refleja juventud, y por un mensaje que habla de “sonrisas”, “alegrías”, “angelitos” y “dolor”.
Unos 15 kilómetros más adelante se encuentra una cruz que cuenta una historia diferente: la encontramos, el equipo de e Media, rodeada de flores secas, con basura, y una capa de óxido que borró cualquier pista sobre el fallecido. La impresión y la nostalgia nos llevaron a registrarla como “otra toda oxidada”.
Documentar el proceso significó detenernos cada tanto sobre el acotamiento, apagar el carro, echar la vista por el retrovisor y cruzar el tramo. Fueron momentos en los que el viento arrojado por el paso de los tráileres y camiones de pasajeros hizo tambalear la cámara y la libreta:
Solo durante 2023, las carreteras de Sonora vieron cómo 474 vehículos salieron del camino, 200 eran de carga. En el mismo año, en el tramo Hermosillo-Guaymas, las autoridades registraron 19 accidentes que cobraron cuatro vidas, dos de las personas murieron en el lugar.
A la altura del kilómetro 40 encontramos cuatro cruces y una capilla, y metros más adelante, una curva bordeada por un barandal de concreto, instalado para evitar que los conductores salgan del camino. La encontramos maltrecha, con signos de un impacto reciente, pero no rota.
Al ser una ruta comercial, el tramo presenta tráfico a todas horas. Por la noche, asaltan la vista las decenas de tráileres aparcados en lugares de descanso, una escena que parece un espectáculo de luces montado para ello.
Se trata, sin embargo, de viajeros que descansan para evitar sumarse a la lista de las tragedias carreteras que guardan las decenas de cruces dispersas por toda la ruta.
Muchas de estas cruces, lo supimos de regreso, cuando nos alcanzó la noche, cuentan con luces muertas para ser visibles y parecen dirigirse a los traileros. Una de estas es la que fue montada en honor a Pilar Manríquez. Son dos, una lleva su nombre, Pilar, y la otra, seguramente, su apodo: Pilly.
De la colonia Altares pasamos a San Carlos cuando, a punto de llegar a Guaymas, el puente con destino a la playa inmortalizada por la silueta del Tetakawi trajo la mirada nuevamente a la tierra.
Las 78 cruces y capillas sobreviven al paso del tiempo. Se trata de un tramo que desde 1952 ha sido objeto de decenas de ampliaciones, modificaciones y modernizaciones, por lo que cabe la pregunta sobre cuántos de estos monumentos fueron removidos del tramo que fue llamado, en otros tiempos, la vena de la productividad sonorense.