Daniel Guillén, cineasta guaymense impulsa el cine en Sonora
En 2004, después de haber realizado algunos cortometrajes muy sencillos con una handycam, comenzó a trabajar como ayudante en Bellas Artes con Fray Ivo Tonek, donde su primera responsabilidad fue cargar cables y otras tareas básicas de la producción audiovisual.
“Siempre tuve un gusto por el cine, veía muchas películas, a los 10 años vi Santa Sangre de Alejandro Jodorowsky y La Tarea de Jaime Humberto Hermosillo, ahí me di cuenta de que existía un cine diferente al convencional, en ese tiempo vivía en Tijuana a un lado de un video club, era una ciudad muy peligrosa y para que no saliera mi mamá me daba dinero para rentar películas, cuando me acabe mi área de acceso empecé a ver cine mexicano y me despertó algo que no sabía que era, a mi manera empecé a hacer la búsqueda de contar historias como podía”, platicó.
A los 17 años regresó a vivir a Guaymas, y con la intención de seguir viendo películas trabajó en un videoclub de la colonia San Vicente, donde el sueldo era muy bajo, pero él consideraba que la oportunidad de ver cine era su pago.
Cuando inició en Bellas Artes se sintió aún más afortunado, porque quería hacer películas pero no tenía la posibilidad de estudiar en una escuela especializada ni acudir a talleres, y ese espacio ubicado en el viejo barrio de Las Golondrinas, fue el punto de partida de su vida en el séptimo arte. A la fecha el director suma alrededor de 30 proyectos cinematográficos y documentales, además de las producciones publicitarias, un largometraje, y su más reciente trabajo: “Los Quehaceres”, cortometraje ganador en el Festival Internacional de Cine del CCH de la UNAM.
“Ahorré para comprar una handycam y empecé a hacer cortitos con mis amigos, grabábamos cositas con lo que teníamos, había una cámara, un cuarto, una tele, lo que fuera, hasta una revista, mi primera grabación la hice en un baño, es que puede ser cualquier cosa usando la creatividad, uno de esos cortos le llegó a Alejandra Padilla y ella me acercó a Bellas Artes”, dijo.
Durante el año que laboró en esa institución aprendió ciertas bases de la producción audiovisual, pero su propósito era poder manejar las cámaras, y en una ocasión Fray Ivo Tonek invitó a dos personas de la Ciudad de México para que capacitaran al personal, ellos eran Benito Sarmiento y Beto Basilio, quienes serían la primera formación de Daniel para llegar a ser director de fotografía de cine.
“Ellos me decían podía hacer producciones comerciales para Bellas Artes y me pagaban, una cosa me fue llevando a otra, después se abrió la oportunidad de trabajar para Discovery Channel de camarógrafo en el documental Goldfish, estuve unos meses en el mar de Cortez, imagínate de estar rentando películas a estar ahí era un salto muy grande, en ese entonces tenía veintitantos años”, relató.
Sonora, un nicho de oportunidad“Vi que muy poca gente se dedicaba a la dirección de fotografía, había camarógrafos, pero no directores de fotografía, quise prepararme para eso, me invitaron a grabar detrás de cámaras y me mandan de segunda unidad de cámara, íbamos a ir a Ruanda, pero no fui, quise experimentar aquí, yo siempre quise hacer cine en Sonora y es algo que tengo claro”, detalló.
Daniel cambió su residencia a Hermosillo para trabajar en el Instituto Sonorense de Cultura (ISC), se involucró con los cineastas locales con quienes intercambió experiencias y después formó la casa productora Hola Films con Denisse Durón y Carmen Aguirre.
“Hacíamos cine y publicidad a la par, me dediqué gran parte del tiempo a ser director de fotografía y también a apoyar a otra gente, porque si queremos que el cine en Sonora se vuelva industria hay que apoyar, es muy difícil poder tomar cursos, mucha gente a mí me regaló su tiempo y me da gusto saber que capacité a gente que hoy han crecido”, dijo.
Daniel reconoce que el crecimiento como cineasta se da colaborando con los colegas, y que su trayectoria ha ido a la par de otros sonorenses, en particular Josián López de Ciudad Obregón, y adelantó que juntos están en la parte final de la postproducción del largometraje “The Devil's Pitch”, en el que es el director de fotografía.
“Hay que trabajar para que se generen industrias locales, la oportunidad de haber ido a la Ciudad de México la tuvimos muchos, pero quisimos quedarnos aquí en Sonora, por ejemplo el director José López Arámburo empezó jalando cables y ahora es uno de los grandes directores de largometraje, Sonora tiene tiempo con presencia en los festivales nacionales e internacionales, el mejor ejemplo es José Esteban Pavlovich que acaba de ganar este año con su cortometraje “Una mano bajo la nieve” en el festival de Morelia, el año pasado también ganó Oliver Rendón, en Jalisco estuvo seleccionado el documental “Los niños de la Cruz” de Jaime Villa, el cine hecho en Sonora está llamando mucho la atención”, señaló.
Con la intención de que se produzca más cine en el estado, Daniel ofrecerá en Guaymas un taller introductorio a la realización de cortometrajes, el cual será del 15 al 18 de diciembre, y aunque sabe de antemano que en esta ciudad hay poco interés por el arte, existe la posibilidad de reunir a personas que quizás en este momento, vivan en la misma situación de él cuando era un joven que quería hacer películas y no sabía cómo empezar.
Los interesados en inscribirse se pueden comunicar a los teléfonos 622 181 82 55 y 662 1 49 78 15.
“Los Quehaceres”Este cortometraje, aún en ruta de festivales, se rodó en 2020 y cuenta la historia de Natalia, una viuda de edad avanzada que durante sus días lee el periódico, toma café, escucha la radio, riega las plantas y otras rutinas comunes entre las personas de su edad. En todas las escenas aparece sola y al parecer esperando a alguien, hasta que un día, una situación ajena a ella cambia su rutina, y de los aspectos más llamativos en este trabajo están los detalles del hogar, el uso de la luz natural y los toques de realismo mágico en la narración.
“Los quehaceres se basa en la historia de las mujeres mayores en mi vida, mi nana, mi abuela y una tía, junté sus historias en la historia de Natalia el personaje principal, la casa la recreamos, tenía que ser muy especial porque era como yo recordaba la casa de mi nana, porque la casa y los muebles también son personajes”, dijo.
El llevar historias personales a la pantalla ha sido una constante en los cortometrajes dirigidos por Guillén (como Mon, 2009 y El Llanto del Charal, 2012), que van de acuerdo con la definición que él mismo tiene de su cine: “Una manera de dar vida a todo eso que traigo dando vueltas en mi mente y en mi corazón”.