Delfinoterapia: un regalo de esperanza para Valeria
La familia Campos Ceballos, originaria de Chihuahua, viajó a Nogales, Sonora, debido a un trámite laboral. Un viernes, mientras exploraban en internet sitios turísticos de Sonora, descubrieron San Carlos, Nuevo Guaymas. Provenientes de un estado sin playa, decidieron emprender un viaje hacia el sur.
Junto a ellos viajaba su hija Valeria, la más pequeña de cuatro años, que nació con un síndrome poco común llamado Rett. Esta mutación genética afecta el desarrollo cerebral de las niñas. Aunque es genética, el síndrome de Rett no suele ser hereditario. Los bebés parecen saludables durante los primeros seis meses, pero luego pierden rápidamente la coordinación, el habla y la capacidad para usar las manos.
Los síntomas pueden estabilizarse con el tiempo, pero no hay cura. Sin embargo, medicamentos, fisioterapia, terapia conversacional y apoyo nutricional ayudan a controlar los síntomas y a mejorar la calidad de vida.
Uno de los atractivos turísticos de San Carlos es su delfinario. La familia decidió visitarlo como turistas y allí conocieron a Nora Valenzuela, directora del lugar. Nora notó la presencia de Valeria y, tras conversar con sus padres sobre la condición de la niña, les ofreció la posibilidad de que Valeria recibiera una sesión de delfinoterapia con el terapeuta David Santana. Explicó que la delfinoterapia es eficaz para niños con trastornos como el de Valeria, ya que las ondas ultrasónicas emitidas por los delfines generan endorfinas y otras sustancias que mejoran la conexión entre las neuronas y el funcionamiento de ambos hemisferios cerebrales.
Estudios recientes han demostrado que esta terapia mejora la tensión arterial, la frecuencia cardíaca, la percepción del dolor, la ansiedad y el estado de ánimo. También incrementa la calidad del sueño y mejora diversas escalas específicas de enfermedades.
La terapia se llevó a cabo con Tana, una delfín hembra y madre de Moana, nacida en el delfinario de Guaymas. Valeria, quien nunca había interactuado con un delfín ni recibido este tipo de terapia, mostró una sonrisa que iluminó el rostro de sus padres. Laura Ceballos, la madre de Valeria, observaba con atención y alegría cada movimiento durante la terapia, comentando que este encuentro fue un verdadero milagro y una gran ayuda para sobrellevar la enfermedad de su hija.