Un ejemplo para Nogales y una impulsora de la Educación Especial: la maestra Rosa María ha dedicado toda una vida a ayudar

Rosa María Muñoz Gutiérrez es una de las maestras más reconocidas en Nogales por su dedicación y empeño a la educación especial y por ser una impulsora de nuevas AC y la construcción de los CAM.
Foto: Cortesía

NOGALES, SON.- La creación de una serie de organizaciones civiles para tratar a personas excepcionales y el aportar un granito de arena en el desarrollo de miles de niños y jóvenes con capacidades diferentes, ha sido uno de los grandes logros para la maestra Rosa María Muñoz Gutiérrez.

A dos años de alcanzar el medio siglo como docente, la todavía Supervisora de la Zona 4 de Educación Especial en Nogales, ya piensa en el retiro y dedicarse más a su hogar, a su familia, hijos y nietos, porque considera que su aportación llegó a su tiempo final y necesita hacerse a un lado para la próxima generación de educadores.

Es una de las maestras más reconocidas en Nogales por su dedicación y empeño a la educación especial, por ser una impulsadora y luchadora para que se construyeran más escuelas y edificios, una mujer que llegó a hacer plantones en mítines políticos para hacerle llegar a los candidatos a cargos de elección popular, documentos con las necesidades que requería el sector para atender a cientos de niños excepcionales.

En septiembre la profesora Rosa María cumple 48 años de servicio docente. Empezó a los 19 años de edad, cuando llegó a esta frontera y se instaló en la colonia Buenos Aires, en la escuela “Mártires de 1906”, donde estudiaban 72 niños, su primer grupo y recuerda que en esa época, en las aulas aprendían por lo menos 60 menores.

Arribó un año después de que la escuela se inaugurara en 1973, con el nombre de Ignacio Zaragoza, un edificio donde antes era la “perrera municipal”. Posteriormente impartió clases también en la escuela Juan Escutia, en la Morelos, en la Margarita Maza de Juárez como maestra de primaria.

Su vida dio un giro cuando cambió a la educación especial

Se inició en educación especial a los nueve años de servicio, cuando empezó a trabajar con sordos, fue cuando llegó el amor a su vida y se quedó ahí, tuvo contacto con los niños excepcionales en 1975.

“Fue algo que nunca lo voy a entender, siempre me han gustado los retos, pero yo siempre quise ser maestra de secundaria y enseñar física, química, matemáticas, según yo ese era mi perfil y nunca se me ocurrió que podía trabajar con niños con problemas de aprendizaje, sordos y cuando empecé a trabajar con ellos, fue cuando empezó todo esto”, explica.

Agrega que es cuando le puede enseñar a alguien a hablar, que aunque orgánicamente no puede, pero si tú le puedes enseñar a sentir el sonido, la voz y despertar sus estructuras mentales y a clasificar, a decir esta es una manzana, que tiene un color, una textura y un sabor.

Es cuando el maestro empieza a ser la parte más importante en el desarrollo de estos estudiantes, situaciones que le dan un significado diferente a la especialidad y empieza a sentir mucho amor por lo que haces, te das cuenta de que un maestro puede ser la diferencia en la vida de un ser humano.

Muñoz Gutiérrez se preparó en una escuela normal rural en el estado de Aguascalientes, era un internado en donde nunca se les instruyó cómo enseñar a niños excepcionales, no existía esa especialidad en la curricular.

Por ello, cuando ya era maestra de primaria y empezó a detectar comportamientos no comunes en algunos estudiantes, fue cuando se preguntó por qué este niño actúa de esa manera y sintió curiosidad y se presentó el reto, ya que los maestros no tenían conocimiento de enfermedades.

“Yo seguí trabajando en primaria y en educación especial, pero llegó el momento que me jalo mas la educación especial, renuncié en primaria y me fui con doble plaza a especial, pero para eso me fui a estudiar a México en la Escuela Nacional de Capacitación, fueron cuatro años para obtener mi Licenciatura en Audición y Lenguaje, todas las vacaciones estuve yendo”, dice.

Recuerda que tuvo muchas dudas y desveladas en su preparación, porque había muy poca información para ese proceso, pero lo que ayudó fue que ella ya tenía las bases de maestra y con el apoyo de otras compañeras, pudo terminar su preparación en educación especial.

Rosa María durante décadas batalló para llegar hasta la supervisión, sobre todo porque en México no hay capacitación docente, si un maestro quiere superarse, le cuesta dinero, por lo que tuvo que buscar apoyo con instituciones en Arizona, donde ella obtuvo información con la fundación San Andrés, quienes le apoyaron con estrategias para el manejo de sordos, en lenguaje y comunicación, entre otras modalidades.

Impulsora de los CAM

En los años consecuentes se convirtió en la principal impulsora para la construcción de los actuales nueve Centros de Atención Múltiple (CAM) en la Zona 4 y de otros 17 en la Zona 18.

En su Zona 4, en esos planteles se atienden en promedio a mil 500 estudiantes excepcionales por parte de 103 maestros.

En las últimas décadas, reconoce que ha tenido retos y momentos muy difíciles, sobre todo porque en Sonora existen movimientos políticos y poderes económicos, que “jalaban” todos los buenos proyectos en beneficio de la ciudadanía y aunque Nogales ha tenido una característica diferente al resto del estado, tampoco ha sido tomado en cuenta por las autoridades o gobiernos.

“Cada que venía un candidato, me ibas a ver con mi solicitud en un folder, haciendo antesala para que me permitieran hablar con el candidato y entregarle mi solicitud, fue muy difícil y llega el momento que se dispara el crecimiento de las escuelas”, recuerda.

La maestra Muñoz Gutiérrez relata que a lo largo de los años y con muchas dificultades, se ha logrado que los CAM crezcan y aunque todavía hay mucho por hacer, está satisfecha de haber sido parte del inicio de todo este proyecto.

Fue motivación para las AC

A raíz de ello y con el involucramiento de los padres de familia, nacieron las primeras asociaciones civiles como Manitas que Hablan, Venciendo al Autismo, Asociación Down, TDH y otras tantas.

“Sin darme cuenta, el mismo trabajo que hemos hecho, fue parteaguas para que los que llegaran, ya pudieran seguir con esto. Todas estas personas se conocieron dentro de una escuela de educación especial y ahorita mi más grande orgullo, es que una fábrica aquí en Nogales, esté recibiendo a la discapacidad más ignorada, la intelectual”, añade.

Hay ya trabajando 18 jóvenes con capacidad mental limitada en una maquiladora local, ingresaron con programas especiales y ya trabajan en una línea de producción, los primeros en México, añade.

Rosa María afirma que las escuelas en Nogales requieren de unidades, camiones, para darles movilidad a los estudiantes, así como infraestructura, equipamiento y materiales para los alumnos, sin dejar de mencionar mejores programas de alimentación, además del que ya cuentan con el DIF Municipal.

Dice estar consciente que se mantiene como supervisora muy pocas cosas, que ya se debió haber retirado, pero la retienen maestros entregados a la profesión y que le siguen por este camino de la enseñanza.

“Tú estás loca me dicen mis hijos, porque, ¿qué van a lograr? y les respondo -hijo, nunca piensas que van a alcanzar, porque tienen todo el equipo y ese hay que ver de qué manera los echamos a andar y que funcionen, que tengan alas y raíces fuertes, que los padres les ayuden a esos muchachos”, comenta.

 

Una vida después de la escuela

También está consciente de que debe hacerse a un lado para dejar pasar a los que vienen, ya es hora de que alguien más llegue a su puesto, a su lugar, pese a que otras compañeros le piden se quede otros tres años en la profesión, para irse juntas, por llegar junto a ella y por ser toda su carrera, su supervisora.

“Ahora con lo de la pandemia descubrí que tenía una casa, no sabía eso. Mi vida siempre había estado en la escuela, llegaba en la noche y me iba muy temprano, a veces iba a comer o lo hacía en la calle, entonces de repente estar todo el tiempo ahí y ver que tengo recuerdos ahí, cosas de mis hijos y hasta un jardín, porque ahora me dedico más a la jardinería”, afirma.

Esa ha sido su nueva afición, la jardinería, así como pintar y las manualidades, adornar su casa y ahora ya está segura de que es tiempo para ella, de aprovechar antes de que ya no pueda, porque ya se contagió de Covid y no sabe qué secuelas les dejo.

Acepta que su memoria se haya afectado por el virus, ya que actualmente y a veces, batalla para encontrar significados o sinónimos de palabras que quiere expresar, las olvida y cree que son secuelas de la enfermedad.

“Mi vida ha sido muy bonita, si te pudiera decir que es lo valioso que me ha regalado Dios, es ser maestra y a mis hijos, tener los que tengo, porque siguieron el camino que tenían que seguir, pese a que fue muy difícil para ello, no tener a mamá en su día de cumpleaños, el día de su graduación, porque su mama estaba en la graduación de sus alumnos”, asegura.

La maestra Rosa María tuvo todo el soporte en su momento, de su ahora ex pareja, para la crianza de sus tres hijos, dándoles tiempo de calidad ante el poco tiempo libre que le dejaba la profesión en las escuelas.