Adicción y familia

Cuando en Sonora se empezó a transmitir el video “La verdad del cristal”, tal vez nadie se imaginó el impacto social que tendría. En Sonora el porcentaje de adicción a cualquier droga es alto, pero hablar del “cristal” siempre es punto y aparte. Si quiere internar a algún familiar en el sector Salud, generalmente está lleno.

Existen también los anexos y clínicas, algunos accesibles y otros, en ocasiones, inalcanzables. La familia está tan desesperada que hará lo que sea necesario por “rescatar“ a su familiar, aun en contra de la voluntad del adicto. Si va a internar a algún familiar, infórmese bien, cerciórese de que el lugar tenga un programa de inicio, terapias individuales y familiares, así como un plan de seguimiento.

Al igual que el adicto puede recuperarse y vivir una vida libre de drogas, también la familia tiene derecho a elegir cómo quiere vivir y sanar. Para eso se requiere una nueva toma de conciencia del problema y dar los pasos que se necesitan para poder recibir la ayuda.

Cuando una persona vive con una adicción, llega a afectar todas las áreas de su vida, la económica, la pareja, laboral, educativa, social, familiar, etcétera, por ello se ha comprobado que cuando las familias inician un proceso terapéutico, tanto en el trabajo de clínica como el externo, se llegan a escribir más historias de éxito, ya que desde un inicio empieza a mejorar el sistema familiar.

La terapia en un inicio puede ser individual y grupal, ya que la consejería individual aborda en las primeras etapas del tratamiento la forma de que el paciente logre expresar los sentimientos, soltarse de la codependencia, recibir el apoyo emocional y planear la estrategia de intervención. En la grupal es importante asistir a grupos basados en los doce pasos que, para la familia y codependiente, son de suma utilidad en el tratamiento.

Dan soporte emocional a través de una red de apoyo y se asigna a una persona que les ayudará más directamente. Muchas veces el familiar más cercano al adicto vive, en primera persona, las consecuencias de todo lo que la adicción provoca y, generalmente, es quien más lo sufre, pues considera el problema casi suyo, pero no lo es.

La familia aprenderá a descargar sobre el sujeto la responsabilidad de su vida, rompiendo las formas inadecuadas de relacionarse y debe delimitar responsabilidades y tareas entre sus miembros. La familia requiere un proceso educativo para manejar conceptos de recuperación y recaída en el consumo de drogas. Este proceso le permitirá al núcleo familiar identifi car las señales de peligro para prevenirlas y, además, facilitar una actuación adecuada y consciente, en caso de que llegasen a presentarse nuevos episodios de consumo.

Gladys Díaz
Es Licenciada en Psicología.