Alternativas para la recuperación: financiamiento para el desarrollo
El autor es Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y Profesor-Investigador, Universidad de Sonora. Presidente del Colegio de Economistas de Sonora, A.C.
Tras un año 2020 crítico en materia sanitaria, económica y social, los gobiernos planean una serie de acciones para lograr la recuperación. El financiamiento para el desarrollo es una alternativa.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) presentó el Informe Especial No. 10 “Financiamiento para el desarrollo en la era de la pandemia de COVID-19 y después”, en el cual se destacan las prioridades de América Latina y el Caribe en la agenda de política mundial en materia de financiamiento para el desarrollo.
El informe cepalino pone de manifiesto que la crisis sanitaria, aunada a las brechas estructurales e institucionales de los países de la región, provocó una serie de impactos económicos y sociales adversos: 1) La mayor contracción económica del mundo en desarrollo con una caída del Producto Interno Bruto (PIB) de -7.7%; 2) La inversión disminuyó en un 20.0%; 3) Más de 2.7 millones de empresas cerradas; 4) 44.1 millones de personas desempleadas; y 5) La situación de pobreza pasó de 185.5 a 209 millones (33.7% de la población total).
La Cepal propone cinco medidas de políticas para mitigar los impactos centrando la atención en una serie de iniciativas que se podrían emprender los países para construir un futuro mejor.
La primera medida de política propone ampliar y redistribuir la liquidez desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo por medio de: 1) Aumentar la liquidez por medio de la emisión
masiva de Derechos Especiales de Giro (DEG) que son activos internacionales de reserva creados por el Fondo Monetario Internacional (FMI); y 2) La creación de fondos multilaterales para redistribuir la liquidez, como el Fondo para Aliviar la Economía COVID-19 (FACE).
La segunda medida de política es centrarse en fortalecer la cooperación regional con el incremento de la capacidad de préstamo y respuesta de las instituciones financieras regionales, subregionales y nacionales, y estrechando sus vínculos con los bancos multilaterales de desarrollo, tales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y el Banco de Desarrollo del Caribe (CARIBANK).
La tercera medida de política es implementar una reforma institucional de la arquitectura de la deuda multilateral: 1) El aumento de la deuda para brindar una respuesta eficaz a la pandemia y lograr una recuperación sostenible; 2) Iniciativas para reducir la deuda, como la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda; 3) Cambios en la arquitectura de la deuda internacional; y 4) delinear una estrategia de reducción de la deuda considerando la heterogeneidad de los perfiles de endeudamiento y la vulnerabilidad.
La cuarta medida de política es proporcionar a los países un conjunto de instrumentos innovadores destinados a aumentar la capacidad de reembolso de la deuda y evitar el endeudamiento excesivo por medio de bonos especiales y otros instrumentos innovadores que merecen ser explorados ante contingencias naturales.
La quinta medida de política es integrar las medidas de liquidez y de reducción de la deuda a una estrategia de financiamiento para el desarrollo encaminada a construir un futuro mejor: 1) Afrontar la emergencia de la pandemia requiere un mayor gasto público; 2) Las políticas destinadas a hacer frente a los efectos económicos y sociales se deben vincular a la fase de corto plazo (de emergencia) con la de largo plazo; y 3) Promover la resiliencia mediante iniciativas como el Fondo de Resiliencia del Caribe.
En conclusión, ante la incertidumbre de los escenarios pospandemia, los gobiernos deben ajustar sus políticas económicas para avanzar hacia la recuperación: 1) Política fiscal expansiva que considere el aumento del gasto público con la reducción de impuestos para estimular la demanda agregada, priorizando en salud, educación y economía; 2) Política monetaria expansiva con el incremento de la cantidad de dinero en circulación (créditos blandos) y reduciendo la tasa de interés de referencia acorde al proceso inflacionario y cambiario; y 3)
Aumentar el espacio fiscal por medio de una política de endeudamiento equilibrada.
El autor es Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y Profesor-Investigador, Universidad de Sonora. Presidente del Colegio de Economistas de Sonora, A.C. @EspejelJoel / joel.espejel@unison. mx