Los retos: conciliar y reconstruir

"Los retos: conciliar y reconstruir", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoalaRazón

En sus mensajes de hoy, la presidenta Claudia Sheinbaum tiene la irrepetible oportunidad de llamar a la conciliación y honrar la proclama “humanista” del “segundo piso” de la “cuarta transformación” que quiere levantar.

Si su predecesor fue el disruptor de los usos y costumbres de la clase política “neoliberal” con insistentes azuzamientos contra “adversarios conservadores, hipócritas y corruptos”, a la doctora le corresponde levantar el tiradero que hereda y encabezar la reconstrucción de la destartalada vida pública del país.

En lo exterior debe confiar en su canciller Juan Ramón de la Fuente para resolver el penoso problema generado por la majadería que ella y López Obrador cometieron con el jefe del Estado español salvaguardando la dignidad de ambas partes y en lo interior ejercer un liderazgo de genuina estadista, respetando a los distintos sectores y reforzando el exitoso compromiso “primero los pobres”.

Así mantendría su lealtad y gratitud con su correligionario, amigo y mentor. Pero no más.

Contra la percepción de que es “más dura” o “radical” que el expresidente (yo no descalifico lo “radical” de nadie sino lo extremista), la señora tiene todo para reivindicar su sólida formación universitaria y política, aceptando que sus mayorías no tienen derecho a pasar por encima de las minorías que votaron en más de 40% por otras opciones.

Ojalá que su visita de mañana a Acapulco no la limite a una reunión con su gabinete de seguridad y la aproveche para chapalear en calles y casas anegadas enfatizando su empatía con la población damnificada, la misma de hace un año con la quien jamás condescendió López Obrador en sus viajes circunscritos a la zona naval cuando la ciudad fue devastada por Otis.

La ocasión se le presenta óptima para anunciar y echar a andar lo que no se le ocurrió al gobierno que se fue: una genuina reconstrucción integral mediante un ambicioso programa que rescate lo que fue uno de los destinos turísticos más importantes del mundo y que puede ser la mayor o una de las mayores obras de su gobierno.

El 25 de octubre de 2023, el huracán destruyó 273 mil 844 viviendas de modestos acapulqueños dependientes, directa o indirectamente, del turismo y ninguna fue recuperada en condiciones reales de seguridad estructural sino vuelta a improvisar con materiales tan frágiles como los que el viento se llevó.

¿Por qué no diseñar una nueva planeación que comprenda toda la infraestructura urbanística y las casas “populares” de Acapulco?

Se vale soñar: si entre enero y junio de 2023 fueron edificadas en el país 60 mil viviendas de interés social (menos de 50% en comparación con 2016, cuando se edificaron 136 mil), no parece imposible que se construyan casi 274 mil en terrenos regularizados y seguros, con servicios de agua, drenaje, alumbrado y pavimentación de los que carecen los jacalones destruidos y vueltos a levantar después de Otis.

Primeros dos retos de Claudia, pues: conciliar a sus gobernados y reconstruir Acapulco…


Carlos Marín

cmarin@milenio.com