El sistema político mexicano: los actos del desprestigio
El sistema político mexicano: los actos del desprestigio, escribe José Pedro Chong Cruz en #FueraDeRuta.
Para nadie es un secreto que el sistema político mexicano enfrenta, desde hace tiempo, una severa crisis de desprestigio. Ni las instituciones gubernamentales, ni los partidos y mucho menos los actores políticos, han podido escapar de la cada vez más frecuente y colérica crítica de los ciudadanos.
Sin duda, la corrupción y la impunidad son dos de las prácticas que más abonan a la situación actual de desencanto político. Ambos son actos fuera del ojo público, son producto de reuniones y acuerdos que se dan en secreto. Pese a su característica de secrecía, hay que decir que estos eventos ocurren con frecuencia en todos los niveles de gobierno, y son actos de los que los ciudadanos, como se dice popularmente: “no tenemos pruebas, pero tampoco dudas”.
Existen otras acciones que acrecientan sustancialmente la situación de desprestigio y que a diferencia de la corrupción y la impunidad, es posible observarlas constantemente en el ojo público, estamos hablando de la falta de congruencia, el servilismo y la mentira. En nuestro país, los políticos que pueden presumir congruentes, no sumisos al poder y honestos, o están en peligro de extinción o simplemente no existen. Aquí, la regla es justamente lo contrario, los políticos se caracterizan por mentir constantemente, por adular a sus líderes y por raramente vincular sus discursos con sus acciones. También, se caracterizan porque cuando son cuestionados por alguno de estos pecados políticos, ignoran el tema, se vuelven aún más serviles, dicen más mentiras o se apegan aún más a su falta de congruencia y presentan una justificación tan mediocre como insuficiente.
Los ejemplos sobre la incongruencia, el servilismo y las mentiras sobran. Se encuentran los políticos que brincan del partido A al partido B, a pesar de haber criticado severamente a uno y vitoreado alegremente al otro. También se encuentran aquellos que dicen no beneficiarse de su puesto en el servicio público y al siguiente día se le descubren cuentas millonarias sin una explicación creíble. Están los que emiten duras críticas al nepotismo y el compadrazgo en la función pública y en cuanto tienen oportunidad, hacen que hasta sus mascotas perciban sueldo del erario. Los hay de todos los colores, de todas las edades y de todas las regiones. Como dije antes, prevalecen como regla.
Pese a que los malos políticos son muchos, los más peligrosos por el momento, se encuentran a mi entender en las siguientes categorías: 1) los políticos jóvenes que ya han militado en más de dos partidos, 2) los políticos que sin menor empaño anteponen su partidismo/militancia a la razón y, 3) los que son capaces de negar con un cinismo bárbaro la realidad. Las categorías anteriores no son excluyentes una de la otra, de modo que es posible encontrar un político que caiga en más de una.
A los primeros los puede encontrar presumiendo la foto de hace dos campañas con el PAN, el PRI o el PRD y ahora formando parte y defendiendo los colores de MORENA, de MC, del Verde o de algún nuevo partido satélite. A otros los va encontrar detrás de cualquier publicación o cualquier idea simplista del político al que se deben por el momento, porque su servilismo se muestra públicamente y con orgullo, de otro modo no existe. Finalmente, los que niegan la realidad, no sólo son peligrosos por no reconocer la magnitud de los problemas reales, sino que también tienden a construir realidades alternas en las que los problemas importantes resultas ser otros.
En fin, con una clase política en la predominan estas características, avanzar en términos democráticos seguirá siendo una tarea imposible e ilusoria para los ciudadanos.
*Egresado del programa de Maestría en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora.