Modelo fracasado de seguridad
"Modelo fracasado de seguridad", escribe Santiago Corcuera Cabezut en #ColaboraciónEspecial.
Al término del sexenio de Fox, México logró un índice de muertes violentas de ocho por cada 100 mil habitantes. Este índice fue el promedio de todas las entidades federativas, según datos de la ONU, disponibles en el portal de Internet del Banco Mundial.
De acuerdo con la gráfica, con datos a noviembre de 2023, que el Presidente presentó en su conferencia del jueves 4 de enero de 2023 (minuto 1:10:04), ningún estado de la República en lo individual llega a un índice tan bajo. El estado de Yucatán, según dicha gráfica, es el más seguro del país actualmente, refleja un índice de nueve homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes. El siguiente es Coahuila, con un índice de 26. La media es de 121. El estado más inseguro es Colima, según la gráfica mencionada, que muestra un índice descomunal: 436 muertes violentas por cada 100 mil habitantes. El promedio acumulado en México es de cerca de 28 muertes violentas por cada 100 mil habitantes, lo que significa más de 300% respecto del final del sexenio de Fox.
Al final del sexenio de Fox hubo una marcha masiva en protesta a los secuestros que se habían dado (alrededor de 550); prácticamente no se hablaba de desapariciones, más que de las perpetradas durante la llamada Guerra Sucia. Al final del sexenio de Calderón el Washington Post dio a conocer una lista, elaborada al interior de la entonces PGR, de más de 25 mil personas desaparecidas. El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Segob, al día 5 de enero de 2024, mostraba un total de 114 mil 19 personas desaparecidas y no localizadas, de las cuales 101 mil 443 están registradas como desaparecidas. Si comparamos peras con manzanas (secuestros vs desapariciones) el incremento sería de alrededor de 20,200%, respecto del final de sexenio de Fox a este momento. Simplemente horripilante.
Lo anterior demuestra que, a partir del comienzo del uso de las FFAA en tareas de seguridad pública, la violencia en México se desató en una espiral de efectos tremendamente destructivos. Sabemos que la causa material de esta situación es el crimen organizado, pero la causa eficiente es la fallida estrategia de “combate” que comenzó Calderón, mantuvo Peña y ha profundizado AMLO. Todos los expertos de instancias internacionales, tanto de la ONU como de la OEA que han estudiado esta situación, han coincidido en que la estrategia de seguridad basada en un modelo militar debe abandonarse. Pero esos tres gobiernos han negado la dimensión del problema y su causa eficiente, por lo que, por desgracia, la situación de violencia extrema que sufre el país no va a mejorar.
El problema es tan gordo, que se requiere un plan de salida paulatina, pero constante y decidida, de las FFAA de las labores de seguridad pública, que garantice el fortalecimiento de las corporaciones civiles de seguridad, con debidos controles externos y un entrenamiento verdaderamente civil y no militar. En pocas palabras, se requiere desmilitarizar a la función de seguridad pública y civilizarla.
Las candidatas a la Presidencia deben reconocer la dimensión del problema y no mentirle a la población. Si una candidata dice que la situación ha mejorado y muestra una “mejoría” tan marginal que no se nota en la realidad cotidiana y propone seguir con más de lo mismo, y es ella quien gana la elección, se puede pronosticar, con base en evidencia empírica y no en adivinación, que la violencia extrema que padece el país se mantendrá. Por mucho que se intente reducir el registro de personas desaparecidas, ese registro se seguirá alimentando diariamente con nuevos casos de personas que desparecen en México, a razón de aproximadamente una por hora.
México padece una gravísima enfermedad de inseguridad, de violencia generalizada, en gran parte del territorio nacional. Si quienes gobiernan o pretenden gobernar no reconocen la dimensión del problema, la salud no se va a recuperar, sino que la enfermedad continuará avanzando.