Dinero y acarreo definirán elección judicial

"Dinero y acarreo definirán elección judicial", escribe Salvador García Soto en #SerpientesyEscaleras

El arranque de las campañas de los candidatos al nuevo Poder Judicial de la Federación no promete nada distinto a lo que ya bien conocemos los electores mexicanos en los procesos electorales: eventos con acarreados y cero espontaneidad, promesas y discursos demagógicos sobre una "mejor justicia", dinero sin un origen claro y que rebasará por mucho los topes de campaña y la movilización de maquinarias sindicales, sociales y partidistas para tratar de llevar al mayor número de votantes a las urnas.

Lo que vimos ayer y que desde el discurso oficial se nos quiere vender como una muestra de democracia o "de que somos el país más democrático del mundo", porque por primera vez se elegirán a jueces especializados, no por sus capacidades, experiencia o conocimientos, sino por su popularidad o por el dinero que tengan para gastar en campaña, es en realidad un remedo mal hecho de las elecciones para los Poderes Ejecutivo y Legislativo, con la diferencia de que en estos comicios el gran número de candidatos y lo abultado de las boletas de votación complicarán y harán muy difícil la decisión de los electores que terminarán votando, los que decidan hacerlo, por números más que por nombres y en muchos casos por consigna.

El surrealismo y las múltiples fallas y errores que han rodeado a este proceso electoral inédito en la historia política mexicana, quedarán como anécdotas de un ejercicio apresurado y poco riguroso en el que, ante la ausencia de la oposición y la desconfianza de una parte de la sociedad en la imparcialidad del proceso, tendrá un resultado aún incierto que apunta más a un ejercicio partidista, porque la mayoría de los candidatos tienen vínculos directos con el partido Morena y el régimen gobernante, que a una elección verdaderamente democrática e imparcial.

La participación de los votantes es todavía un misterio y difícilmente se llegará a los niveles de votación de otros procesos electorales. La sombra de la consulta para la Revocación de Mandato en 2022, que fue también un ejercicio partidizado por Morena, ronda a la elección judicial con su 17% de participación del padrón electoral, algo así como 15 millones de votantes, que fue la capacidad que tuvo de movilización la estructura oficialista. Hay quienes esperan que en esta elección esa cifra se incremente, aunque difícilmente llegará a los niveles de 50 o 60% del padrón que suelen promediar las elecciones mexicanas.

En todo caso, a juzgar por los eventos con los que ayer arrancaron sus campañas los candidatos a ministros, magistrados y jueces del Poder Judicial en sus distintas instituciones, volveremos a ver los mismos despliegues y las mismas prácticas comunes en otros comicios: eventos llenos de gente llevada por organizaciones, sindicatos o partidos -aunque oficialmente no se puedan involucrar los partidos-, lo que anuncia que el modus operandi y la forma en que se ganarán estas votaciones no será tanto por el carisma o la popularidad de las candidatas y candidatos, sino por la cantidad de dinero que inviertan para movilizar estructuras políticas y clientelares a que vaya a votar por su número el día de los comicios.

Y a pesar de que lo que está en juego en estas votaciones es la justicia y la insatisfacción de los mexicanos por contar con un sistema judicial serio, confiable y eficiente, las ocurrencias y los disparates también serán parte del folclor de estos comicios en los que ya vemos cómo surgen frases y slogans, desde "la ministra del Pueblo", "Dora, la Transformadora de la Justicia", "la ministra de la Transformación", "el Juez de AMLO" y muchos otros motes con los que intentan promoverse los candidatos, que sólo reflejan la banalización y frivolización del tema judicial.

Para completar el cuadro y confirmar que la "democracia" que ayer presumía la presidenta Sheinbaum -quien ya empezó ayer violentando la ley que le prohíbe hablar de la elección judicial "porque no nos han notificado todavía”- será al final democracia a la mexicana, en estos comicios no faltarán la simulación y el hacer como que se cumple la ley, mientras se busca torcerla y acomodarla a su favor. Porque los topes de campaña que fijó el INE para las distintas candidaturas, de 1.4 millones para las ministras y ministros; 881 mil pesos para magistraturas; 413 mil para aspirantes al Tribunal de Circuito y Apelación; y 220 mil para juez o jueza, son tan irreales y tan poco serios que tan sólo las candidatas a ministras, que desde hace dos meses están en campaña adelantada, ya se gastaron más del doble de ese tope.

Al final, todo será como suele ser en los comicios mexicanos e, igual que sucede con las otras elecciones políticas, la del Poder Judicial que tanto se presume y cacarea, será una elección en la que el dinero, no siempre de origen lícito o cierto y la capacidad para movilizar estructuras clientelares a las urnas, terminarán definiendo quiénes serán los nuevos rostros de un sistema de justicia que nacerá partidizado y con un sesgo ideológico impropio y antinatural para la impartición de justicia… Los dados abren con Serpiente Doble. La semana se viene complicada.