¿De quién es la escultura nueva en Nogales?
El afamado artista fronterizo, es padre del también reconocido fotógrafo Oscar Monroy Ávila, quien agradeció a las autoridades municipales el apoyo para concretar el proyecto de familia.
NOGALES, SON.- Este pasado lunes por la tarde se inauguró la obra escultórica en honor al reconocido escritor nogalense Oscar Monroy Rivera, la cual se ubica sobre la plaza Ochoa, en pleno centro histórico de esta frontera.
El afamado artista fronterizo, es padre del también reconocido fotógrafo Oscar Monroy Ávila, quien agradeció a las autoridades municipales el apoyo para concretar el proyecto de familia y que servirá para reforzar la identidad fronteriza en sus habitantes.
“Este proyecto de la escultura de mi papá, el escritor Oscar Monroy Rivera, nogalense, lo pensamos entre mis hermanos, mi madre y un servidor, después de que falleciera mi padre, en el 2018 e inmediatamente supimos que teníamos que rendirle un homenaje permanente”, dijo.
Agregó que, para ello, lo ideal era una escultura, por ello se contactaron con el escultor Oscar Cedillo, originario de Hermosillo y quien elaboró la figura del poeta Abigael Bojórquez en la capital del estado.
El fotógrafo de profesión añadió que se elaboró un proyecto que se presentó ante el Instituto Municipal de Fomento a la Cultura y las Artes (Imfoculta) a inicios de la actual administración, tardó tres años en concretarse, debido a que había recursos disponibles en un principio y después por la pandemia.
“Apenas el día de ayer, faltando cinco minutos para que termine esta administración, se pudo concretar y aquí quedó, en plaza Ochoa, una escultura de un nogalense que le ha dado prestigio internacional a Nogales, a través de la literatura”, comentó.
Monroy Ávila recordó que su padre fue un escritor que dejó un legado de más de 300 obras literarias en diferentes ámbitos, desde novela, ensayo, poesía y teatro, entre muchas otras.
El fotógrafo destacó que este tipo de escultura le dan identidad a la ciudad, sobre todo porque en las fronteras es común que los residentes tengan memoria corta, porque es mucha la gente que está de paso y pocos los que nos quedamos, por lo que se pierde la esencia de la frontera.