Un antojo de cinco mil millones

Un antojo de cinco mil millones, escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón.

Luis Ortiz escribe: “Algo que no he leído sobre la ratificación de mandato es el costo. Si la consulta ciudadana nos salió en más de 500 millones de pesos, ¿en cuánto saldrá este chistecito, del cual ya sabemos el resultado? No podemos seguir tirando el dinero en los caprichos de un Presidente que vive fuera de la realidad”.

Aunque a finales de junio el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, dijo (en el foro Análisis y Reflexiones de la elección 2021): “Para hacer una revocación de mandato tenemos que hacer una elección como la del 6 de junio, con el mismo número de casillas y con el sorteo de los funcionarios, porque no es lo mismo una consulta que una revocación de mandato”, dejando claro que se requiere más de los 522 millones que se gastaron en la consulta popular del 1 de agosto.

El 5 de agosto precisó en sus redes sociales: “Nueve mil millones de pesos es el costo aproximado de una elección federal. Un eventual proceso de revocación de mandato tendría una naturaleza distinta, por lo que sus costos serían significativamente menores”.

Lo cierto es que montar las poco más de 162 mil 500 casillas para el ejercicio de la revocación (igual cifra de las elecciones federales de junio) y otros gastos inevitables, el INE requerirá de alrededor de cinco mil millones de pesos, mismos que deberá considerar la Cámara de Diputados en la discusión del presupuesto para 2022.

Otro lector, Carlos Espinosa, pregunta: “¿No será que lo que busca este Presidente es que la gente pida que continúe su mandato para que antes de que finalice su sexenio de ley impulse una nueva consulta donde se pregunte si la ciudadanía desea que él siga en el poder? Porque siendo de seis años su mandato, este señor ha demostrado que puede manejar la ley a su antojo”.

Eso lo descarto en absoluto desde que (hace más de un año) comenzó a correr la versión.

Creo conocer lo sustantivo de López Obrador y sé que cree a pie juntillas todo lo que dice (yo soy escéptico hasta de lo que pienso). Y si bien con frecuencia profiere afirmaciones carentes de sentido, son muchas las ocasiones en que niega de manera categórica buscar su reelección (con insistencia se declara “maderista”), de modo que no tengo la menor duda de que da por descartado prolongar su mandato constitucional.

Lo de la revocación en que tanto se empeña pese a saber que el resultado será su ratificación, es para poder ufanarse de que su “pueblo”, su “gente” lo seguirá apoyando en la segunda mitad y el inevitable declive de su gobierno.

De ahí que inclusive rete a la oposición: “Viene otro desafío, que se vuelvan a agrupar para que llamen al pueblo para que vote que yo me vaya. Es la revocación del mandato, esto es la democracia (…). Va a ser interesantísimo. No vamos a estar bostezando porque el bloque conservador tiene la oportunidad de reagruparse”.

Y ayer optimista y burlón: “Si ganamos, pues voy a terminar a finales de septiembre del 24 y me voy a ir con mi conciencia tranquila feliz, feliz, feliz…”.