Encuéntrense las diferencias

“Prefiero que mis perritos coman carne de estas mujeres a que ellas sigan respirando mi oxígeno…”, se le oye decir al feminicida serial ante un perito de la Fiscalía del Estado de México.

Verlo y escucharlo haciendo su autorretrato remite a los criminales apodados El Pato, El Jona y El Chereje narrando con soltura cómo asesinaron, quemaron y se deshicieron de los restos de los normalistas de Ayotzinapa.

Ellos confesaron su participación en el tumultuario crimen cometido hace poco más de cuatro años (quedaron más de dos horas de video que no dejan lugar a dudas), y dieron pormenores espeluznantes que sus defensores oficiales y oficiosos pretenden sean ignorados en tribunales porque, arguyen, “fueron obtenidos bajo tortura”.

Secuestrador, asesino, violador de cadáveres y descuartizador, el monstruo de Ecatepec detalla con la mayor naturalidad lo que les hizo a sus víctimas.

Derechos Humanos de la ONU, los expertos de la CIDH y los alcahuetes nativos que vienen engañando a los padres de Los 43 tienen ahora otro atractivo prospecto para luchar por su libertad…

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