AMLO: ¿del “golpe de realidad” al pesimismo?

El repentino cambio de visión de Andrés Manuel López Obrador sobre la realidad en que se encuentra el país que gobernará a partir del 1 de diciembre es preocupante y desconcertante.

Del optimismo que había mantenido desde que ganó las elecciones y el discurso de la “esperanza” que transmitía a millones de mexicanos la promesa de cambio de la llamada Cuarta Transformación, el presidente electo pasó de golpe a un duro diagnóstico sobre el estado de la República que recibirá su administración al hablar ahora de una nación “en bancarrota” y con una serie de crisis graves en materia económica, social y de seguridad que le dificultarán cumplir todo lo que la sociedad mexicana demanda, aunque sí garantiza cumplir lo que prometió en campaña.

“Vamos a honrar nuestros compromisos y no le vamos a fallar al pueblo de México, posiblemente por las circunstancias porque el país está atravesando en una crisis económica y social muy difícil, posiblemente por la situación de bancarrota en que se encuentra el país, no podamos cumplir todo lo que se está demandando, pero sí vamos a cumplir lo que, que quede claro, todo lo que ofrecimos en campaña”, dijo el mandatario electo el pasado domingo al iniciar en Nayarit una gira “de agradecimiento” por la República.

¿Qué cambió en 10 días para que López Obrador haya modificado radicalmente la visión del país que había expresado hace un par de semanas cuando aseguró que en el país que recibiría del gobierno de Peña Nieto había estabilidad y no había crisis ni económica ni política?

“La transición se está dando en armonía, con estabilidad, no hay crisis política. No tenemos una crisis financiera, no nos está pasando lo que está sucediendo en Argentina. Eso también hay que considerarlo. Sí tenemos problemas graves, hay mucha pobreza, mucha inseguridad, violencia, pero hay condiciones también, hay ánimo, esperanza en la gente de que las cosas van a mejorar”, decía el 5 de septiembre pasado a su llegada a Monterrey, a propósito del Sexto Informe de Gobierno de Peña Nieto.

El giro en la percepción del presidente electo sobre la situación del país es radical y desata ya una serie de críticas y comentarios no sólo entre sus opositores políticos, sino entre analistas y especialistas financieros que cuestionan el uso de un término tan duro y específico como la “bancarrota”, que tanto en su acepción literal como en su utilización en el tema financiero significa una situación de “quiebra económica, de ruina y de hundimiento y descrédito de un sistema o doctrina”.

Y se puede coincidir con el diagnóstico lopezobradorista en parte, si se revisan aspectos como el magro e insuficiente crecimiento económico de los últimos 30 años que él alude por el modelo neoliberal, o si se revisan las cifras de violencia en asesinatos y desapariciones actuales en el país, pero sin restarle gravedad a las dificultades económicas y sociales, hablar de una nación en “bancarrota” remite más a una situación de crisis financiera extrema que él mismo había negado que existiera apenas unos días atrás.

No es la primera vez que en Morena hacen un diagnóstico catastrófico sobre el estado en el que recibirán al gobierno y al país de la administración peñista.

Ya lo habían dicho en el Congreso, tanto Ricardo Monreal como Mario Delgado, líderes de las mayorías del Senado y la Cámara de Diputados, cuando hablaron de “un país en grave riesgo y con situaciones muy complicadas” o de una “casa en ruinas y muy sucia, aunque la pinten de blanco”.

Pero hasta ahora Andrés Manuel López Obrador había mantenido un discurso menos catastrofista y más esperanzador sobre el futuro inmediato de su gobierno.

¿Qué fue entonces lo que cambió o que cifras, números o realidades le mostraron al presidente electo para que su percepción cambiara y, sin rehuir sus compromisos, comience a hablar de un futuro inmediato ya no tan esperanzador y sí más bien complicado y difícil para atender los reclamos de una sociedad urgida de respuestas?

Tal vez conforme se acerque la fecha del arranque, el nuevo gobierno irá aterrizando en la realidad y tratando de disminuir, con diagnósticos crudos pero también realistas, las enormes expectativas que su triunfo y sus propuestas despertaron en la mayoría de los votantes que le dieron un respaldo histórico en las urnas, para que al final el aterrizaje en la realidad entre lo deseable y lo posible no sea tan duro ni tan decepcionante para la “esperanza de México”.

NOTAS INDISCRETAS…

A propósito de visiones encontradas en el nuevo gobierno, valdría la pena que los líderes parlamentarios de Morena se cruzaran aunque sea una llamada antes de hablar públicamente de qué harán sus fracciones con la Reforma Educativa.

Porque mientras Mario Delgado dice en San Lázaro que cambiarán tanto la reforma peñista que “no quedará ni una coma”, en el Senado, Ricardo Monreal asegura que la pueden “cambiar, modificar o mejorar”, pero todo depende de la consulta que harán a los maestros.

¿A quién de los dos le creemos?...

Los dados mandan Escalera doble.

Mejora el tiro.

TAGS: