Cuando los vecinos se encuentran

En el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, por donde han desfilado infinidad de criminales y procesados por la justicia, conviven toda clase de personajes: desde peligrosos delincuentes confesos y sentenciados, narcotraficantes famosos, inocentes y pobres acusados sin dinero para defenderse, hasta políticos investigados por corrupción que llegan a purgar parte de su proceso judicial o su condena en la cárcel más sobrepoblada, hacinada y conflictiva de la capital del país.

Ahí ha coincidido en tiempo y espacio lo mismo Rafael Caro Quintero y “Don Neto”, acusados por el Caso del “Kiki Camarena”, que Jorge Díaz Serrano, exdirector de Pemex acusado de corrupción y desfalco a la petrolera nacional por su amigo José López Portillo o más recientemente, el exgobernador panista de Sonora, Guillermo Padrés, que acudió por su propio pie a entregarse a esta cárcel, confiando en el consejo de sus abogados de que le fijarían una fianza y seguiría su proceso en libertad, pero una vez que entró por la puerta del famoso “Reno”, fue declarado consignado penalmente, sin derecho a fianza por delitos de corrupción y posteriormente trasladado al Reclusorio Oriente.

Hoy, en esta tristemente célebre cárcel del Norte de la Ciudad de México, han vuelto a coincidir dos personajes de la política nacional, uno que lleva ya dos años preso por delitos de lavado de dinero, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, Javier Duarte de Ochoa, y otro que apenas ingresó al penal el pasado 9 de julio, acusado por dos de esos mismos delitos, el abogado Juan Collado Mocelo.

Conocidos de la política y con varios “amigos” comunes, uno de ellos el expresidente de la República, Enrique Peña Nieto, el exgobernador de Veracruz y el ínclito abogado de los poderosos no sólo se han encontrado en sus ratos libres en el Reclusorio Norte, donde están ubicados en la misma zona, un área reservada y apartada de las secciones del penal donde se ubican los delincuentes comunes y más peligrosos, sino que además son vecinos de celda, por lo que han tenido tiempo de platicar en estos pocos días en los que han coincidido.

Curiosamente, el mismo día que detuvieron a Collado, la tarde del jueves 9 de julio, también fue el mismo día que a Javier Duarte le dio un ataque de memoria y se le soltó de la lengua y el puño, cuando comenzó a mandar cartas y a conceder entrevistas a los medios de comunicación para denunciar “los abusos, las extorsiones y traiciones” de que fue objeto durante el gobierno de Peña Nieto, en el que lo mismo fingieron haberlo capturado en Guatemala —cuando él realmente fue quien se entregó a cambio de un “pacto para no molestar a mi familia”— que recibió “dinero de Peña” que después le cobró Alberto Elías Beltrán, el encargado de la PGR, al extorsionarlo.

Dicen que del mismo lado donde dieron la orden de capturar aquella tarde a Collado, justo el día que había renunciado Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda, también salió un “mensaje de autorización” para que Duarte hablara y dijera todo lo que tenga que decir sobre lo que ocurrió en el sexenio de Peña Nieto.

Y desde ese día el veracruzano no ha parado de hablar, en una diarrea de denuncias que lo ha llevado no sólo a dar “exclusivas” y filtraciones a medios y periodistas, sino también a ofrecer a la Fiscalía General de la República “toda la información que tengo sobre varios integrantes del gabinete de Peña Nieto”.

Y ahí viene lo más interesante: que en estos días de convivir y compartir sus penas y sus cuitas en el Reclusorio Norte, Javier Duarte y Juan Collado han hablado de cómo “en la cárcel se conoce (o ¿se desconoce?) a los amigos” y cómo “cuando llega la desgracia afloran las traiciones”.

Y, según comentan políticos que los conocen bien a ambos, han hecho en poco tiempo tan buena relación, que ya hasta el exgobernador le ha propuesto al famoso abogado que considere “colaborar” con la Fiscalía General de la República con información que les pueda interesar, a cambio de obtener beneficios legales para su proceso.

¿Será que Juan Collado cantará en el Reno?

Ya lo vimos hacerlo a dueto con Julio Iglesias, en la lujosa boda de su hija, y la verdad no cantaba mal.

Lo malo es que si Collado canta a muchos, afuera no sólo les van a doler los oídos, también les temblarán las piernas.

NOTAS INDISCRETAS…

Sobre el tema de Baja California y la cuestionada ampliación de la gubernatura que aprobó el Congreso local, siguen las reacciones, pero la novedad es que ya salieron más defensores de la polémica medida con lo que ya no está sola Yeidckol Polevnsky.

Ayer martes el subsecretario de Gobierno, de Gobernación, Ricardo Peralta, en una columna que publica en el diario Excelsior, defendió la decisión de los diputados de Baja, al señalar que el Congreso local tiene facultades para modificar su Constitución, con la única limitante de “no contradecir” la Constitución General de la República, cosa que en la opinión del funcionario de Segob, no ocurre con la reforma al artículo 8 transitorio, que amplió la gubernatura de 2 a 5 años, porque “no transgrede ningún principio constitucional. En la boleta electoral no se señala la vigencia del gobierno, solo a los candidatos y los partidos”, sostuvo Peralta, quien defendió su posición, aunque dijo que es una opinión “más personal que oficial”.

También el operador de la campaña de Jaime Bonilla, Amador Rodríguez Lozano, a quien algunos adjudican la autoría de la reforma constitucional, dio conferencia en la que defendió la validez de la votación en el Congreso y cuestionó así la propuesta del presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, sobre la desaparición de poderes en Baja California.

“Yo creo que a Porfirio lo han de haber agarrado después de celebrar el día del abogado y no supo lo que dijo y no sabe de derecho. Es buen político. La desaparición de poderes no se hace, se declara que ya desaparecieron”, dijo Rodríguez Lozano, quien agregó que los tres poderes del estado están funcionando y no se da ningún supuesto para declarar una desaparición…

A propósito de Amador Rodríguez, nos mandó una carta sobre la columna que ayer le dedicamos titulada “El Mapache detrás del Bonillazo”, que a continuación la reproducimos textual.

“Hoy Salvador García Soto dedica a mi persona su columna completa en El Universal, cuya deferencia agradezco, aunque comete varias imprecisiones. Para las siguientes entregas, si sigo siendo tema, le recomendaría que me busque y con gusto lo documento para que sus lectores no den por ciertas algunas aseveraciones inexactas. Decía un amigo que las columnas políticas suelen ser una mensajería y acuso recibo. Queda claro que hay quienes sufren de dolor, de frustración y envidia. ¿De veras merezco tanta atención? ¿Un mortal ciudadano tijuanense ocupa una columna completa? Baja California vive y ejerce su libertad y soberanía. Si eso causa escozor a quienes están acostumbrados a la manipulación, a la intromisión y al control desde la Ciudad de México, pues que se vayan acostumbrando al federalismo y al respeto a decisiones soberanas de los estados. Finalmente agradezco a García Soto que me otorgue tanto poder, como para poder hacer lo que dice que he hecho en mi vida al servicio público. No es para tanto, pero se agradece que me concedan súper poderes. Ni Thor ni Tanos”.

Hasta ahí la carta de Rodríguez Lozano.

Sólo le contesto, —como se lo dije— que sus amigos cuando hablan de sus habilidades de operación electoral y jurídica aseguran que en eso sí se compara a Thor, aunque sus enemigos le ven más parecido a Tanos; pero en lo que ambos coinciden es que sus poderes son como los de Rocket Racoon…

Se baten los dados.

Capicúa.

Repetimos el tiro.

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