Vaya momento tenso se vivió en la reunión entre la Conago y López Obrador...

VAYA momento tenso se vivió ayer en la reunión entre la Conago y Andrés Manuel López Obrador. Después de dos horas y media de trabajo y justo cuando estaban a punto de levantarse los gobernadores, el mandatario entrante de Jalisco, Enrique Alfaro, pidió la palabra fuera de programa.

EL EMECISTA le solicitó al Presidente que aclarara cuál sería el papel de los superdelegados federales en las tareas de seguridad pública, tema que se había convertido en "el elefante en el cuarto" al que todos nomás veían y del que nadie se atrevía a hablar.

EL JALISCIENSE le dijo a López Obrador que los gobernadores no querían llevar el asunto hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación sino llegar a un acuerdo con él.

ENTONCES, de plano le preguntó: ¿van a coordinar los superdelegados las reuniones de seguridad en los estados? No, respondió el tabasqueño. ¿Van a ser los secretarios técnicos? No, le volvió a responder.

FINALMENTE, a todos les quedó claro que los superdelegados sí podrán participar en las reuniones de seguridad pública en las entidades, pero que acudirán a ellas sin tener superfacultades. Y, hasta entonces, se rompió la tensión.

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A VER, A VER, ¿cómo está eso de que la senadora morenista Malú Micher se siente dueña del Instituto Nacional de las Mujeres? Varias de las funcionarias que sí trabajan ahí, dicen que la guanajuatense pretende ordenar y disponer, pese a no pertenecer a la institución.

CUENTAN que se presentó en las oficinas de Inmujeres y de plano exigió que el personal presentara sus renuncias, como en los viejos tiempos de que el mundo se reinventaba cada nuevo gobierno.

SE SABE que la exigencia de Micher fue rechazada, entre otras cosas, porque viola los derechos laborales de los empleados, muchos de ellos mujeres que la senadora dice defender.

AÚN ASÍ, afirman que movió los hilos para que Segob adelantara al viernes la convocatoria de la Junta de Gobierno del instituto, para nombrar a una nueva presidenta que, dicen, sería muy cercana a ella.

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UN SORDO rumoreo recorre las embajadas de varios países en México después de la ceremonia en San Lázaro en la que rindió protesta Andrés Manuel López Obrador como Presidente.

Y ES QUE, a diferencia de otras ocasiones, a los representantes diplomáticos que fueron al Palacio Legislativo no los dejaron pasar al Salón de Sesiones y los mandaron a una oficina a ver el acto en una pantalla, lo que los extranjeros vivieron como un maltrato. ¡Ouch!

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