Poco antes de las 10:00 hora local (09:00 GMT), el pontífice ingresó en procesión a través de la nave central del templo, precedido por un grupo de obispos y cardenales.

Enfundado en una casilla blanca y celeste, que perteneció al Papa Pablo VI, el pontífice se dirigió hasta el altar mayor de la basílica mientras el coro de la Capilla Sixtina entonaba:

“Como nosotros, nacido de mujer, en el hijo no somos más esclavos, en él invocamos: ¡padre!”.

Junto al altar fue ubicada una gran imagen de la Virgen y desde allí Francisco introdujo la ceremonia, que fue concelebrada por el “número dos” del Vaticano, el secretario de Estado Pietro Parolin, otros 30 cardenales, 30 arzobispos y 250 sacerdotes.

Durante la eucaristía, se leyeron intenciones en inglés, coreano, alemán, chino y español.

Se rezó por los gobernantes, pidiendo que “el señor de la historia haga resplandecer ante ellos la verdad, les vuelva valientes en la búsqueda de la paz y les sostenga en la lucha contra la ambición y el egoísmo”.

Por las personas solas y angustiadas se oró en español y se leyó:

“Que el padre de todo consuelo y les conceda la alegría de conocer a Jesús, de experimentar su dulce compañía y de esforzarse por vivir en perfecta comunión de amor”.

En el día en que la Iglesia católica recuerda la Jornada Mundial de la Paz, tras la misa el pontífice se asomará a la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico del Vaticano y bendecirá a una multitud con la oración mariana del Angelus.

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