Fe y cultura: celebran 'Miércoles de Tinieblas' en Hermosillo

El Miércoles de Tinieblas en la Ramada de la Colonia Revolución se llevó a cabo entre cantos, rezos y el sonido de los azotes, donde los fariseos expían sus pecados y conmemoran la traición a Jesucristo, marcando el inicio de la Semana Santa.

La noche del Miércoles de Tinieblas se convirtió en un escenario de penitencia y fervor en la Ramada de la Colonia Revolución en Hermosillo, donde tiene lugar la tradicional ceremonia yaqui que marca el inicio de la Semana Santa.

Cientos de personas se congregaron en la ramada para presenciar la escenificación de la Pasión de Cristo, en la que los 'fariseos', hombres que cumplen promesas por favores recibidos o por la salud de un ser querido, recorren el recinto en procesión, descalzos y con túnicas moradas, mientras son azotados por sus padrinos y las autoridades de la ramada.

El ritual, realizado a media luz y con un ambiente cargado de solemnidad, representa la purificación del alma y la expiación de los pecados. Los "chapayekas", como también se les conoce a los fariseos, soportan estoicamente los azotes como acto de fe y sacrificio.

El Miércoles de Tinieblas es una de las tradiciones más arraigadas en la cultura yaqui y una de las expresiones más significativas de la Semana Santa en Sonora. La ceremonia en la Ramada de la Colonia Revolución es una de las más concurridas en la ciudad de Hermosillo, atrayendo a visitantes de distintos lugares.

El ritual, que inicia a las 22:00 horas, comienza con el rezo de los cinco misterios y las alabanzas. Luego, se procede al apagado de las velas, simbolizando la oscuridad que reinó tras la muerte de Jesús. Los fariseos se quitan las máscaras y se someten a la penitencia, siendo azotados por capitanes y padrinos con lazos de cuero. Este acto representa la purificación del alma y el sacrificio por los pecados.

La importancia cultural del Miércoles de Tinieblas radica en sus raíces yaquis, formando parte de la Semana Santa Yaqui con siglos de historia. Además, fortalece la identidad del pueblo yaqui y su conexión con sus ancestros, convirtiéndose en un atractivo turístico que atrae a visitantes locales e internacionales en busca de una experiencia cultural única.