INFOGRAFÍA | Italia conquistó su primer título mundial, con sello fascista
HERMOSILLO, SON (Grada Norte).- Cuando el 13 de mayo de 1932 fue elegida Italia como sede de la Copa del Mundo de 1934, ya se percibía que la segunda edición mundialista sería utilizada con fines políticos, como vitrina propagandística fascista, más allá del interés deportivo.
En la convulsionaria década de los años treinta, con una Europa que sin saberlo se dirigía a una prolongada y dramática guerra, el régimen fascista liderado por Benito Mussolini tenía una consigna clara, que Italia conquistara el título mundial a costa de lo que fuera.
Para la segunda edición mundialista se generaron algunos cambios en el tema competitivo, ya que por primera vez se celebraron eliminatorias en América, Europa y África, en la que, curiosamente, Italia, aún como país anfitrión, se vio obligada a participar.
Dirigida por Vittorio Pozzo, la Selección Italiana se armó con sus mejores jugadores y se reforzó con los argentinos Enrique Guaita, Raimundo Orsi y Luis Monti, éste último subcampeón mundial con la albiceleste en 1930.
También España, con su portero Ricardo Zamora e Isidro Lángara; y Checoslovaquia, que contaba con el guardameta Frantisek Planicka y el goleador Oldrich Nejedly, llegaron como candidatos al título.
Cambian las reglas
El torneo comenzó, y a diferencia de la edición de Uruguay 1930, que se desarrolló con una etapa de clasificación en cuatro grupos, el sistema de competencia cambió para Italia 1934 con partidos a eliminación directa, así, en la primera etapa, que podría considerársele como octavos de final, ocho equipos pronto fueron eliminados.
De esa primera ronda de clasificación lo más destacado fue el debut mundialista de un país africano, Egipto, que perdió 2-4 ante Hungría; también destacó la aplastante victoria de Italia 7-1 sobre Estados Unidos, que en la eliminatoria premundialista eliminó a México; y el triunfo de España 3-1 sobre Brasil.
En los cuartos de final, disputados simultáneamente en Turín, Milán, Florencia y Boloña, el encuentro entre España e Italia fue lo más destacado, no solo porque se registró el primer empate en la historia mundialista (1-1), sino porque en dos partidos, par de tiempos extras y 210 minutos de juego en menos de 24 horas, los anfitriones avanzaron en medio de la polémica.
En semifinales Italia y Checoslovaquia salieron victoriosos, y a diferencia de la edición mundialista anterior, por primera vez se celebró un partido por el tercer lugar, en el que Alemania venció 3-2 a Austria, en juego disputado en Nápoles tres días antes de la final.
En el marco del partido final fueron palpables las diferentes manifestaciones fascistas con su excesiva propaganda, detalles como el saludo de la Selección Italiana con el brazo en alto y la presencia en el palco de honor del dictador Benito Mussolini, dominaron el ambiente en el estadio del Partido Nacional Fascista ese 10 de junio.
Los cerca de 55 mil aficionados en el estadio y otros miles de seguidores, que a través de la radio por primera ocasión escuchaban la narración de un partido mundialista, vivieron con gran nerviosismo los primeros 45 minutos de una final que se mantenía sin goles.
Los últimos catorce minutos del tiempo regular estuvieron llenos de dramatismo, pues Checoslovaquia tomó ventaja en el marcador, lo que generó una gran tensión en las gradas y desesperación en el palco de honor, donde Mussolini veía cómo el portero Giampiero Combi era superado por el atacante checo Antonin Puc.
Pero, aún con los segundos escapándose rápidamente, el cuadro dirigido por Vittorio Pozzo igualó milagrosamente a nueve minutos de finalizar el partido, con gol de Raimundo Orsi.
Tiempos extra
Ya con el empate parcial, nuevamente se tuvo que recurrir a los tiempos extras, aunque en esta ocasión Italia tenía el momento sicológico a su favor y lo aprovechó al conseguir Angelo Schiavio la anotación que marcó la diferencia y el título mundial.
Al margen de factores externos, en lo deportivo los reflectores se lo llevaron tres porteros europeos, el español Ricardo Zamora, el italiano Giampiero Combi y el checo Frantisek Planicka.
Zamora fue reconocido como héroe del primer partido de cuartos de final ante la “Squaddra Azzura”; mientras Combi y Planicka han sido la única dupla de guardametas que han portado el gafete de capitán en una final de Copa del Mundo.
La cita mundialista celebrada en Italia no pudo escaparse del entorno político de la época, ni tampoco pudo evitar los cuestionamientos sobre beneficios arbitrales que facilitaran a Italia obtener el campeonato, aunque, a pesar de todos estos problemas, esta edición ayudó en la continuidad del torneo.