RELATOS DE LA FRONTERA | La República de Cananea
Por Ismael Valencia Ortega*Historiador
Los distintos centros mineros del norte de Sonora, al iniciar el siglo veinte, habían creado un espacio de intenso intercambio económico a ambos lados de la línea fronteriza, representado en bienes de capital y fuerza de trabajo. La historia de amenazas al territorio por parte de Estados Unidos había quedado atrás. Florecía un discurso amistoso entre ambos gobiernos. Ahora la frontera era conquistada por el capital, en busca de metales demandados por el desarrollo industrial norteamericano y europeo. Pese a esa tendencia hab&iac
En ese ambiente, tanto el territorio de Arizona como el Estado de Sonora, despuntaban mostrando un rostro de bonanza espectacular. Cananea, la estrella más brillante de William C. Greene en ese momento, llegó a ser visualizada por algunos empresarios de Arizona como una más de la bandera estadounidense.
Lo cierto es que la frontera entre ambos estados, con una gran cantidad de norteamericanos o aventureros de todas las nacionalidades en búsqueda de yacimientos, o instalando negocios en los poblados más cercanos, obligaron a una mayor vigilancia y control de lo que hacían y decían. De hecho las autoridades locales estuvieron atentas a la información o rumores que se esparcían sobre violentos enfrentamientos entre mexicanos y estadounidenses o incluso supuestos maltratos sobre los segundos por parte de autoridades mexicanas.
El trabajo de los cónsules mexicanos radicaba precisamente en poner atención y comunicar inmediatamente sobre toda actividad sospechosa de connacionales o estadounidenses que inmiscuyera al país o pudieran concluir en un conflicto diplomático, mismos que ha menudo tenían algo de cierto, pero no siempre con la suficiente dimensión de inquietar a algunos personajes como el sonorense Ramón Corral, para entonces secretario de Gobernación. Sin embargo, el viejo Porfirio Díaz no pensaba lo mismo, el proceso de concentración de capitales en la minería en que los yacimientos y la explotación quedaban poco a poco en manos de grandes consorcios, lo inquietaron como una advertencia de que se ponía en riesgo la autonomía de su gobierno y la soberanía del país. Ese proceso tenía en la frontera su más claro ejemplo, como lo testifican la correspondencia cruzada entre el Cónsul de México en Phoenix Arizona, A. Piña y el secretario de Gobernación Ramón Corral, el siete de mayo de 1903:
"Tengo la honra de participar a ese gobierno del muy digno cargo de usted, que ayer ha estado en este consulado una persona seria y a quien creo fidedigna y bajo muchas reservas, me ha informado que hace dos noches sorprendió sin ser visto, en un lugar solitario de esta ciudad, una conversación que tenían varios americanos que acababan de llegar aquí procedentes de la Cananea, y pudo escuchar que estos individuos trataban de una combinación filibustera que próximamente piensan levantar con el objeto de sorprender y atacar a nuestras autoridades de la Cananea, proclamándose en seguida en colonia americana independiente; figuran entre los partidarios de esta rebelión, un Mr. Hickey, banquero privado en esta ciudad, quien los ayudará en sus planes filibusteros."
"Según pudo comprender mi informante, la causa principal o pretexto de ese criminal atentado, es de que las autoridades de la Cananea han estado tratando muy mal a muchos de los americanos allí residentes. En cumplimento de mi deber, me honro en informarle a usted lo anterior, para los efectos que tuviere lugar."
Finalmente Cananea siguió siendo parte de la República mexicana, pero los temores de invasiones, años después sí llegaron a darse, pero que narraremos en otras colaboraciones.
Ismael Valencia Ortega*Historiador
