Janeth enfrenta el cáncer con resiliencia
Encontró en la pintura una forma de sobrellevar su proceso y ahora busca inspirar a otros a cuidarse.
Tras un diagnóstico inesperado, los antecedentes familiares de Janeth relacionados con el cáncer marcaron un antes y un después en su vida.
Comenzó un proceso de adaptación que tuvo que aprender a transitar en medio de incontables cambios, siendo la pintura uno de sus mayores apoyos.
"Si te enfocas en el problema", dijo, refiriéndose a no dejarse consumir por el miedo, "estás firmando tu sentencia, porque la cabeza te mata".
Hoy, alza la voz por una razón clara: "Hablar de algo tan doloroso para mí tiene el único objetivo de que, si alguien me ve o me escucha, se hagan una mamografía, una revisión, que hagan lo que tengan que hacer", declaró.
Pregunta: ¿Qué te llevó a pensar que tu diagnóstico de cáncer fue producto del azar?
Respuesta: Mi diagnóstico fue de 'chiripa'. Yo estaba con una salud normal, venía de hacer yoga con mi hermano y en el viaje le vi unas líneas en el cuello. Entonces me hice unos análisis para que mi hermano hiciera lo mismo. Entre el 'combo' me hice un papanicolaou y una mamografía.
Le vi la cara al doctor que me estaba haciendo el ultrasonido, que me conocía de años, y me dijo que había algo raro, que íbamos a ver, pero no me gustó.
Llamé a mi ginecólogo y le pedí que revisara qué había pasado y, efectivamente, me dijo: tienes que ir con un oncólogo. Llego con el oncólogo y me dice que se ve algo que no tiene mal aspecto, que no parecía raro, pero que había que observarlo tres meses y tomar una decisión. No tenía una bolita, no era tan 'pelota'.
Me puse como loca y dije que no, que quería que lo 'biopsiaran'. Creo que exageré con la reacción, pero tenía demasiados antecedentes: mi mamá murió de cáncer de páncreas, mi tía de ovario, otra tía de cáncer de estómago, una prima de cáncer de mama... Yo traía demasiado ese tema. Mi temor no era en vano y sí, fue triple negativo, el tipo de cáncer más agresivo, el que avanza más rápido.
Íbamos a hacer 8 quimioterapias: 5 rojas y 4 blancas; después íbamos a hacer 30 radiaciones; ese era mi escenario de entrada. A mí me pasó que no producía leucocitos, las defensas del cuerpo, por eso tardé mucho con las quimioterapias, me tenían que aislar porque cualquier cosa que me pegara iba a ser más grave. Las enfermeras, para acercarse, se tenían que vestir con bata especial, cubrebocas y todo eso.
P: ¿En qué año fue?
R: Hace dos años, en junio de 2022.
P: Ahora, ¿cómo estás?
R: Estoy muy bien, estoy en remisión. Me lavan el portacatéter, me acaban de hacer un estudio y, gracias a Dios, salí bien. Me tienen en observación, pero estoy fuera de tratamiento.
P: Previo a la entrevista, comentaste que habías preparado un 'acordeón' para recordar el mensaje que querías transmitir a la audiencia. La tercera pregunta fue: ¿qué dice tu acordeón?
R: Si me preguntas qué mensaje quiero darle a la gente, es que todo pasa. Yo siempre digo que cuando te dan un diagnóstico es como si la alarma del carro se prendiera, así entra tu cuerpo, en estado de pánico, estrés, locura... Y no solo tú, toda tu familia.
Es muy difícil sobrellevar eso. Si yo le pudiera decir algo a quien esté en un proceso así, es 'tranquila, va a pasar, todo pasa'. Me gustaría abrazar a las familias porque no es fácil. Cada núcleo familiar lo vive distinto, no solo cargas con tu diagnóstico, que es durísimo: en mi caso, yo daba clases en la universidad y tuve que dejarlo, tuve que dejar el gimnasio, tuve que dejar a mis amigas.
A un paciente oncológico le da pavor que le cancelen una quimio (por no pasar las pruebas necesarias para hacerlo) porque eso para nosotras es vida. Yo tuve que ir con una tanatóloga para procesar las pérdidas. Mucha gente piensa que es el pelo, pero es lo de menos. Era como una licuadora de puras cosas malas, y es muy difícil asimilarlo. Tienes que ser resiliente, aguantar y ver el 'cómo sí': cómo hacer que las cosas estén bien. Come bien, haz ejercicio, hazte de una red de apoyo, mantente un día a la vez, mantenlo simple.
La fe es algo subrayado, cualquier cosa en la que creas, ahí mantente. Si te subes al problema, ya estás firmando tu sentencia de muerte, la cabeza te mata. La gente dice que los pacientes oncológicos se deprimen, tienen todo el derecho, es una ruleta rusa de emociones. Antes se decía que el cáncer era muerte, hoy no, vamos viendo 'cómo sí'.
P: Estás en Yo te llevo a tu quimio.
R: En Yo te llevo a tu quimio hago muchos acompañamientos, hacemos traslados y acompañamientos. A mí me gusta mucho acompañar porque yo estuve muy sola en mi proceso, me gusta compartir y hacerle más liviano el problema a las personas. Aprendí a no subirme al problema, pero me tomó mucho tiempo.
P: Decías que hay que aguantar y enlistaste una serie de cosas que aprendiste que había que hacer. ¿Cómo lo aprendiste?
R: Me costó muchísimo, me costó mucho no frustrarme y no angustiarme, no fue fácil. Cuando se te está cayendo el pelo, te levantas y ves la almohada, te da un ataque de llanto. No es fácil, pero aprendes a que te den gusto otras cosas. Te da gusto salir bien en los análisis; yo estaba muy enfocada en salvarme, sabía que tenía que comer muy bien si no quería que detuvieran las quimios, pero no te dan ganas de comer porque la comida te sabe a metal. Yo trataba de salir a caminar, una vez que podía levantarme, trataba de oxigenar, aunque estuviera en el hospital.
Tenía que reconciliarme con mi diagnóstico porque era la única manera. Me gusta mucho pintar, así que pintaba; me ponía metas dentro de lo posible.
P: ¿Qué tipo de pinturas haces? ¿Qué clases dabas en la universidad?
R: Pinto de todo, hago cuadros estilo pop, tengo una página donde los muestro. Yo estudié diseño gráfico y modas, entonces para cuando me diagnosticaron ya tenía como 22 años dando clases en distintas universidades.
Dejar eso para mí fue muy difícil. Me encanta pintar, sigo pintando y jamás lo dejé durante el proceso. A mí me pasó que no dormía, se me activó un modo de supervivencia y me despertaba a las 3 o 4 de la mañana a pintar. Yo siempre pienso que la pintura me abrazó y me salvó la vida.
P: ¿Cómo te reconciliaste con la comida después del sabor metálico?
R: No es el sabor metálico en sí, es todo en el estómago. Es raro que alguien no la pase mal del estómago; con las quimioterapias tiendes a estreñirte o a que se te suelte el estómago, sobre todo con las quimios rojas. Era una sensación tipo 'Bambi', muy mareada. No quieres nada, no estás conforme con nada, estás indispuesta. Un proceso de cáncer es muy difícil. Siempre he creído ser una persona muy centrada, pero el cáncer vino, me sacudió y sacó lo mejor de mí.
Veo a la Janeth de antes del cáncer y veo a la Janeth una vez recuperada, y es otra persona; en cuanto a empatía, en cuanto a valorar lo más importante. Todo para mí es especial, mágico, bonito, porque tengo salud.
P: Al ser diagnosticada, atravesaste muchos cambios. Ahora, de salida, ¿cómo son esos cambios?
R: Si quieres que te sea sumamente honesta: a ti te dan tu diagnóstico, haces tu proceso, en mi caso fue la operación, las quimioterapias, las radiaciones, pero es como si siguieras en modo alerta.
Tienen que pasar como cinco años para que te den de alta. Sigues pendiente de tu salud; me preocupo mucho por comer bien, hacer ejercicio, me preocupo mucho por ayudar a los pacientes, por pasar el mensaje. Yo soy uno de los casos donde no había una bolita como tal. Alzar la voz y hablar de algo tan doloroso para mí tiene el único objetivo de que, si alguien me ve o me escucha, se hagan una mamografía, una revisión, que hagan lo que tengan que hacer.
P: ¿Vas a seguir en Yo te llevo a tu quimio? ¿Vas a volver a dar clases?
R: En Yo te llevo a tu quimio estoy desde el día 1, me encanta estar en el hospital y hacer acompañamiento. He pasado tanto por el cáncer que me es muy fácil cobijar a las personas en el hospital. Sobre dar clases, sí, voy a volver a dar clases.