María Evodia dedica su vida a preservar la gastronomía del estado
La mujer de 74 años de edad, considerada una de las pioneras en la preservación de esta técnica artesanal, ha estado por 54 años elaborando tortillas de harina en los insignes mercados de Hermosillo.
Desde hace más de cinco décadas, María Evodia, originaria de Hermosillo, ha dedicado su vida a una de las tradiciones más emblemáticas de la gastronomía sonorense: la elaboración de tortillas de harina sobaquera. Con 74 años de edad, esta mujer es considerada una de las pioneras en la preservación de esta técnica artesanal, transmitida a lo largo de generaciones, pero cada vez más olvidada por las nuevas generaciones.
Su historia en el oficio comenzó cuando tenía apenas 20 años, en 1970, y su pasión por hacer tortillas nació casi por accidente. "Me fascina hacer tortillas, no sé por qué, pero es algo que me hace sentir bien. Si estoy en casa y no hago nada, me enfado; pienso que mejor me hubiera ido a hacer tortillas", dice María Evodia, con una sonrisa en el rostro. Aunque de niña ayudaba a su madre, que vendía tortillas para ganarse la vida, su madre nunca quiso que aprendiera el oficio, por lo que fue un aprendizaje autodidacta. "Mi mamá me daba una bolita de masa y, poco a poco, terminé aprendiendo", recuerda, mientras las manos se mueven con destreza al preparar su masa.
Para ella, este oficio ha sido mucho más que un trabajo. Con los años, ha encontrado en la elaboración de tortillas una forma de vida, algo que va más allá de una actividad diaria. "Cuando empecé, me levantaba a las cuatro de la mañana, entre las cuatro y las cinco. Empecé a hacer tortillas cuando estaba embarazada de mi primera hija, ¡y ahora ya tiene más de 50 años!", relata con nostalgia, mientras sus manos dan forma a las tortillas con una rapidez sorprendente. María Evodia no solo ha mantenido viva esta tradición, sino que ha sido parte fundamental de su difusión en los lugares más emblemáticos de Hermosillo.
El Tianguis Héctor Espino, un mercado tradicional de la ciudad, es uno de esos lugares donde María Evodia ha llevado sus tortillas durante años, y que se ha convertido en su hogar gastronómico. En este lugar, donde la comida tradicional sonorense es venerada, su arte de hacer tortillas es reconocido y apreciado por los comensales. "La gente regresa siempre que prueban las tortillas que hago. Es un orgullo", dice, con un brillo en los ojos que refleja la satisfacción de haber preservado una de las tradiciones más queridas de Sonora.
Sin embargo, el paso del tiempo ha traído consigo una preocupación para María Evodia: la falta de jóvenes que deseen seguir el oficio. "Ya no hay tantas mujeres jóvenes interesadas en este trabajo. Somos más las mujeres mayores las que seguimos en esto", comenta con cierto pesar. Aunque la tradición sigue viva en su familia, el futuro de la tortilla sobaquera parece incierto si no se logran transmitir estas habilidades a las nuevas generaciones.
A pesar de este desafío, María Evodia sigue trabajando con la misma pasión que la motivó a aprender el oficio en su juventud. Todos los días, elabora cerca de 240 tortillas de harina, comenzando su jornada laboral a las 8:00 a.m. y concluyéndola alrededor del mediodía. "No es fácil, pero me gusta hacerlo. Y cuando la gente las disfruta, siento que todo vale la pena", afirma, con la serenidad de alguien que ha encontrado en su trabajo una verdadera vocación.
Aunque los días de gloria de la tortilla sobaquera parecen haberse reducido, aún existen quienes mantienen la tradición viva. María Evodia es un ejemplo de constancia y pasión por un oficio que no solo alimenta, sino que también preserva una parte importante de la identidad cultural sonorense. Y aunque teme que la juventud pierda el interés, su legado sigue adelante, con cada tortilla que sale de sus manos, con cada cliente que prueba y valora el sabor auténtico de Sonora.
Para María Evodia, la tortilla no es solo un alimento, sino una manifestación de su amor por la cocina y su tierra. "Esto es lo que me hace feliz, y mientras pueda, seguiré haciendo tortillas. Es mi vida, es mi tradición, y es un orgullo", concluye, mientras sigue trabajando con la misma dedicación que la ha acompañado durante más de 50 años.