Pan de muerto y sus múltiples sabores: un recorrido por México
Cada región del país aporta sus propias variaciones a este icónico pan que honra a los difuntos en el Día de Muertos.
Con sus aromas a anís y azahar, el pan de muerto es un símbolo esencial del Día de Muertos en México. Su forma, decoraciones y sabores son tan diversos como el país mismo, representando una mezcla de tradiciones indígenas y españolas.
Desde el hojaldre azucarado de la Ciudad de México hasta las formas zoomorfas de Guerrero, cada variedad tiene un significado profundo que refleja la identidad y cultura de cada región.
La historia
La tradición del pan de muerto tiene sus raíces en los rituales funerarios de las antiguas culturas mesoamericanas, quienes preparaban figuras de amaranto y maíz como ofrenda a sus difuntos.
La figura de la diosa Cihuapipiltin, relacionada con las mujeres que fallecían en el parto, es solo uno de los ejemplos de la conexión simbólica entre estas ofrendas y el culto a la muerte. Fray Bernardino de Sahagún, en sus escritos del siglo XVI, describe un pan ácimo llamado yotlaxcalli, utilizado en rituales de este tipo.
La fusión católica
Con la llegada de los españoles, el uso de pan en ofrendas se adaptó a las costumbres católicas, transformando las recetas indígenas en panes de trigo redondos decorados con 'canillas' (huesos de masa).
Hoy, tanto mexicanos como extranjeros se maravillan con la creatividad y misticismo de esta tradición, en la que el pan de muerto se destaca como símbolo de la vida y la muerte, en un abrazo eterno.
Variedades
Ciudad de México y Estado de México
La 'hojaldra', un pan redondo cubierto de azúcar, es común en la región. Las 'despeinadas' de Mixquic, rosquitas de azúcar roja, evocan rituales indígenas. Este pan se encuentra en diversas variantes, representando una tumba con 'huesos' cruzados y un cráneo en el centro.
Guerrero
Destacan los panes en forma de animales como camarones o burros. En Tixtla, las ofrendas incluyen 'almas', panes bordados de azúcar rosa, y figuras de burros y mariposas, que representan la creencia de que los niños al morir se transforman en estos animales.
Hidalgo
El pan llamado 'peluca', con su característica 'cuelga' o bolita de masa, es tradicional en las ofrendas de la Huasteca. En el Mezquital, se elaboran figuras antropomorfas, representando cuerpos humanos y animales con vivos colores en las caritas de masa.
Oaxaca
Las 'regañadas', hojaldradas y con un toque salado, son una ofrenda esencial. En esta región, los panes también se elaboran en forma de figuras de personas, en honor a los difuntos de todas las edades.
Puebla
El pan de muerto en Puebla se distingue por los 'golletes' de colores brillantes. Estos anillos, que representan el ciclo de la vida y la muerte, son colocados en las ofrendas para guiar el regreso de los difuntos.
Datos
- El pan de muerto es más que un alimento; es un ritual que evoca la conexión entre generaciones y la memoria de los seres queridos.
- Cada variedad y receta es testimonio de una identidad cultural rica en matices. En Sonora, donde los ingredientes y la sazón locales pueden variar, el pan de muerto también encuentra su propio significado, adaptado a las costumbres de esta región del norte.
- El Día de Muertos, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2008, sigue evolucionando y expandiendo su alcance.