La importancia del orden familiar para evitar crear heridas de la infancia
Orillar a niños y adolescentes a asumir roles que no les corresponden puede derivar en graves afectaciones a la salud mental, como ansiedad, depresión e incapacidad de relacionarse con los demás.
La parentalidad es una tarea difícil, ardua y diaria que exige a padres y madres prepararse y entender la importancia de su papel como guías de sus hijos.
Una 'ley universal' esencial para la crianza consciente es la de dar y recibir, considera la coach de transformación emocional Karla Zulema Ríos.
"En la etapa de ser niños, niñas, adolescentes, los hijos e hijas solamente deberían estar recibiendo de sus padres y los padres deberían encargarse de dar a sus hijos", explicó en la sección 'Consciente tu Mente' del noticiero 'Expreso 24/7' con Marcelo Beyliss.
En primer lugar, los padres deben garantizar que los hijos reciban amor y, en segundo, la mirada, que significa hacerles saber que son importantes, así como representar un medio para darles presencia.
Además, los padres deben brindar protección y cuidado a los hijos para crear un ambiente seguro que sea propicio para la intimidad emocional, lo cual permitirá tener una comunicación efectiva y asertiva.
Orden familiar
El escritor estadounidense Gary Chapman identificó, a través de sus investigaciones, que las necesidades en la niñez y la adolescencia no han evolucionado, expuso Ríos.
"De 1940 a la fecha, las necesidades legítimas de esta parte de la población son la libertad de ser yo mismo, y la segunda, de pertenecer".
Al mostrar altos niveles de exigencia con los hijos, los padres demandan que los hijos den, lo cual, desde la terapia sistémica, resulta en la ruptura del orden del amor en la familia: "el padre debe ocupar su lugar".
Esto sucede, de acuerdo con la coach, cuando las madres y padres están infantilizados, lo que imposibilita que cumplan su papel de proveedores para los hijos: "entonces demandamos, exigimos a nuestros hijos que nos den el amor que nosotros no recibimos, que nos den las atenciones, el cuidado, en pocas palabras, que nos resuelvan la vida".
Es en este contexto que los niños comienzan a asumir roles que no les corresponden, ocupando el lugar que pertenece a sus cuidadores principales.
"Cuando los hijos ocupan el lugar de la mamá o del papá, el equilibrio en la familia se rompe totalmente", subrayó.
Afectaciones a la salud mental
Esta situación afecta gravemente la salud mental de niños y adolescentes, generando problemas como ansiedad, depresión y poca o nula capacidad para relacionarse con los demás, ya que olvidan vivir la etapa donde se ubican; se olvidan de sus propias necesidades, lo que a su vez ocasiona un dolor emocional.
Las heridas de la infancia que derivan de esto son las de la traición y de injusticia.
"El hijo se siente traicionado porque no espera ese trato de parte de sus padres. El hijo siempre va a esperar la mirada, la presencia y el amor. Además, se abre la herida de la injusticia porque el hijo tiende a comparar lo que tiene otro y lo que no es posible para sí mismo", señala Ríos.
Por tanto, la coach exhorta a los padres de familiar a ocupar el lugar que les corresponde y, en caso de haber sido niños o adolescentes que no vivieron plenamente tal etapa, a atreverse a brindar lo que no recibieron.
"Esta será la única manera, la más efectiva de sanar las propias heridas de la infancia. Un día a la vez. Inténtalo: sí puedes", finalizó.