"Israel ha ganado otras guerras, pero no ha logrado la paz": Yakov Rabkin

Yakov Rabkin, profesor emérito de Historia en la Universidad de Montreal, examina las raíces políticas del conflicto israelo-palestino y cuestiona la viabilidad de una solución pacífica.

El académico Yakov Rabkin, profesor emérito de Historia en la Universidad de Montreal y experto en temas como Israel, relaciones internacionales, ciencia y libertades políticas, acaba de lanzar en Buenos Aires su nuevo libro, Israel, violencia perpetua (Nueva Editorial Canaán). 

Con una mirada crítica, Rabkin cuestiona la colonización israelí de territorios palestinos y el uso del judaísmo como justificación de esta ocupación. 

Su obra anterior, Contra el Estado de Israel. Historia de la oposición judía al sionismo (Martínez Roca, Argentina), fue traducida a 14 idiomas y premiada en Japón en 2010 como el mejor libro de no ficción. 

Escéptico frente a la solución de los dos Estados, Rabkin, de 79 años, opina que la crisis israelí-palestina es profundamente política y, además, afirma que el resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos del martes 5 de noviembre de 2024 no cambiará la naturaleza de las relaciones entre ambos países.

Pregunta: El mortífero ataque del grupo islamista Hamás contra una decena de granjas agrícolas (kibutz) en Israel el 7 de octubre de 2023, que dejó 1.160 israelíes muertos, incluso 379 militares y agentes de seguridad, además de cientos de rehenes, muchos de los cuales siguen cautivos, desató una ofensiva militar masiva en Gaza por el ejército israelí con saldo de más de 43.000 civiles muertos a la fecha, en su mayoría niños y mujeres. ¿Se puede recriminar a Israel por el tamaño de su respuesta? En palabras del premier israelí, Benjamín Netanyahu, Israel está luchando por su supervivencia.

Respuesta: Como de costumbre, Israel reaccionó militarmente ante un problema que es fundamentalmente político. Los palestinos de Gaza son en su mayoría refugiados desplazados de sus hogares por las sucesivas oleadas de asentamientos sionistas, en particular las de 1948 y 1967. Detrás de un alambre de púas observaban cómo sus tierras se convertían en territorio israelí, cómo sus pueblos y ciudades recibían nombres hebreos y sus campos eran apropiados por los sionistas. Desde 2006, más de dos millones de personas en Gaza estaban sometidas a un severo asedio. La situación en Gaza antes del 7 de octubre de 2023 era intolerable y estaba a punto de estallar. Los alimentos, el agua, todo lo que entraba en Gaza estaba sometido al control militar israelí. Incluso antes del actual genocidio, los funcionarios israelíes a cargo de Gaza declararon abiertamente que los palestinos de Gaza estaban “a dieta”. Además, fueron sometidos a varias oleadas de violencia, incluso cuando optaron por la protesta pacífica, como ocurrió en respuesta a la Gran Marcha del Retorno en 2018-2019. Observadores experimentados calificaron a Gaza de “prisión al aire libre”, mucho antes de que se convirtiera en campo de genocidio de la actual campaña israelí.

P: ¿Por qué dice que el problema es esencialmente político? 

R: Porque entre el río Jordán y el Mediterráneo hay casi el mismo número de árabes y no árabes que viven bajo control israelí, mientras que a la mayoría de los árabes se les niega la ciudadanía y los derechos políticos. En este sentido, Netanyahu tiene razón: la resistencia palestina busca la igualdad de derechos, en dos Estados o en uno común, y lo último amenazaría la naturaleza colonial sionista del Estado de Israel. Israel es un vestigio de otra época y solo una reforma política puede traer la paz ahora que el colonialismo ha perdido legitimidad.

Sin embargo, Israel ha desatado la violencia genocida contra los palestinos con la esperanza de forjar otro tipo de paz. Su modelo es el exterminio y la marginación de la población autóctona como en América del Norte o Australia en el siglo XIX. Hasta ahora gozan de impunidad en sus planes de aniquilación y desplazamiento de palestinos, tanto en Gaza como en Cisjordania. 

P: Para Israel no hay duda de que Irán, aliado de Hamás, estuvo detrás del ataque del 7-O para frustrar el “nuevo mapa” de Medio Oriente promovido por Netanyahu y que incluía el acercamiento entre Israel y Arabia Saudita, principal potencia musulmana sunita, hoy más próxima a Irán, su archienemigo persa chiita. Visto así, ¿a quién favorece este conflicto que involucra a otros aliados de Irán como Siria, Irak y el partido militar islamista libanés Hezbolá? 

R: A estas alturas está bastante claro que la naturaleza colonial sionista del Estado de Israel es la principal fuente de violencia perpetua en Asia Occidental. Muchos observadores perspicaces como Hannah Arendt (1906-1975), una politóloga judía refugiada de Alemania, advirtieron que la declaración unilateral de Independencia por parte de los líderes israelíes en 1948 provocaría conflagraciones interminables. Incluso antes, los rabinos antisionistas de Europa del Este denunciaron la idea de un Estado judío separado como “una trampa mortal”.

No obstante, en 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó la partición de lo que era el mandato británico de Palestina –que incluía los actuales territorios de Israel, Jordania y Palestina– ignorando la oposición de la mayoría de sus habitantes y de todas las naciones vecinas. Como era de esperar, esto condujo inmediatamente a la guerra. Israel ganó la guerra, pero desde entonces ha sido incapaz de conseguir la paz.

Hoy en día, la mayor parte de la población mundial está horrorizada por la violencia perpetrada por Israel. Esto es ciertamente así en los países de mayoría musulmana, ya sean suníes o chiíes, aunque Washington, siguiendo la vieja máxima romana de divide y vencerás, trata de avivar el conflicto entre las diferentes corrientes del islam. Esto mismo ocurrió cuando Estados Unidos animó a su entonces aliado iraquí Sadam Husein a atacar Irán y librar una brutal guerra que desangró a ambos países en los años de 1980. Arabia Saudita e Irán lograron un acercamiento que se anunció en Pekín en el verano de 2023. Las actividades militares israelíes no han hecho sino reforzar este acercamiento.

Ningún país de la región se beneficia de la situación actual. Incluso es improbable que Israel se beneficie de su campaña militar en múltiples frentes, aunque merme seriamente el potencial militar de sus adversarios. Israel se ha convertido en un verdadero Estado paria, totalmente dependiente de la ayuda y protección militar y política de Estados Unidos, Alemania y otros países occidentales. Ha despreciado a la ONU y sus instituciones, como la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que considera plausible que Israel esté cometiendo un genocidio en Gaza. Y lo que es más grave, Israel ha decidido expulsar a la agencia de la ONU que administra la ayuda humanitaria a los palestinos, la UNRWA. El Estado sionista parece enloquecido, nadie quiere ni es capaz de detenerlo. Se podría decir que, en 1947, al promover la creación del Estado de Israel, la ONU engendró un Frankenstein.

P: Esta es la quinta guerra que libra Israel contra sus enemigos árabes. Básicamente en las cuatro anteriores, 1948-1949, 1956, 1967 y 1973, el ejército israelí resultó vencedor. ¿Es posible esperar lo mismo ahora dado el poderío militar de Israel y la desventaja en términos económicos y militares de Irán, lo que explicaría la cautela con que está reaccionando el régimen iraní cuyos misiles parecen no producir demasiado daño a Israel?

R: Bueno, hasta los militares israelíes critican a su gobierno reprochando la ausencia de un plan estratégico. Admiten que es imposible derrotar militarmente a Hamás porque es un movimiento de resistencia arraigado en la población oprimida. No soy experto en asuntos militares, pero puedo citar a alguien que sí lo es, Carl von Clausewitz (1780-1831): “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Para Israel la guerra reemplaza a la política. Entonces es difícil definir lo que constituiría una victoria para Israel. Repito, las “victorias” pasadas jamás resultaron en la paz. 

P: Se acaba de publicar en Argentina su nuevo libro, “Israel, violencia perpetua” y en la presentación usted dijo que el apoyo de Washington a Israel, y de Rusia y China a Irán podría derivar en una guerra nuclear. Netanyahu afirma que no quiere otra guerra sino “neutralizar” la amenaza de Irán, de Hamás y de Hezbolá en contra de sus fronteras y su población. ¿Realmente el presidente ruso Vladimir Putin o su par chino Xi Jinping estarían dispuestos a entrar en guerra contra Israel por el tema palestino siendo los tres países potencias nucleares?

R: Cuando los riesgos son tolerables uno puede lanzarse en cálculos de probabilidad. No es el caso de una guerra nuclear. Pero incluso la más mínima probabilidad de una conflagración nuclear nos debe preocupar a todos. 

P: ¿Hacia dónde pueden derivar las cosas teniendo en cuenta el cambio de gobierno en Estados Unidos?

R: El factor principal del apoyo incondicional que la Casa Blanca otorga a Israel es el lobby israelí. No es un lobby judío porque los pro sionistas evangélicos y otros (hasta Joe Biden se dice sionista) son mucho más numerosos que el número total de judíos en el mundo. Además, mientras que la guerra contra los palestinos consolida el compromiso de la derecha evangélica con Israel, esta divide a los judíos. Y los judíos más fervientes son críticos del Estado de Israel. El lobby israelí no depende del voto del 5 de noviembre porque está presente en los dos partidos. Como en muchos otros asuntos, la indignación popular contra Israel no afecta las políticas del gobierno.