Erupción de magma en Islandia, un riesgo que sigue latente en Reykjanes
La situación de alerta en la península de Reykjanes, Islandia se mantiene ante el aumento de niveles de dióxido de azufre en la superficie, lo que indica una próxima erupción de magma en este territorio.
La península islandesa de Reykjanes se encuentra en alerta máxima ante la creciente amenaza de una erupción volcánica, ya que el magma ha continuado su avance hacia la superficie terrestre, advierten las autoridades de la Oficina Meteorológica de Islandia (IMO).
Benedikt Ófeigsson, portavoz de la IMO, informó que el magma bajo Grindavík, una ciudad ubicada a unos 40 kilómetros al suroeste de Reikiavik, podría encontrarse a tan solo 500 metros de la superficie. Esta proximidad se evidencia en el aumento de los niveles de dióxido de azufre (SO2) en la atmósfera, ya que este gas se libera solo en los momentos cercanos a la erupción.
A pesar de la situación crítica, la policía permitió brevemente el regreso de algunos residentes evacuados de Grindavík para recoger sus pertenencias. Solo se autorizó el retorno a aquellos que no pudieron hacerlo durante evacuaciones anteriores y fueron contactados personalmente por las autoridades.
La ciudad, hogar de aproximadamente 3 mil 700 habitantes, fue evacuada el sábado pasado debido a la amenaza de una erupción volcánica, provocada por un túnel de magma de unos 15 kilómetros de longitud que discurre bajo Grindavík hasta el lecho marino. La Laguna Azul, una popular atracción turística, ya había sido cerrada en previsión del peligro.
La actividad sísmica en la región ha sido notable, con más de 800 terremotos registrados desde la medianoche hasta el mediodía del miércoles. Aunque los temblores son menos intensos que los del viernes, el riesgo persiste, ya que parte del túnel de magma parece solidificarse, pero continúa la entrada de magma.
Ante la inminencia de una erupción, las autoridades islandesas han comenzado la construcción de barreras de protección, de 6 a 8 metros de altura, alrededor de la planta eléctrica de Svartsengi y la Laguna Azul. Estas medidas buscan salvaguardar infraestructuras críticas y turísticas, aunque se estima que los trabajos podrían extenderse entre 30 y 40 días.