El cáncer me llenó de vida: Ana Paula

Ana Paula transformó su diagnóstico de cáncer de mama en una oportunidad para aprender, compartir su experiencia y enfrentar el proceso con valentía.

Ana Paula Ochoa notó "una bolita" en uno de sus pechos hace más de un año. Posteriormente, recibió un diagnóstico de cáncer de mama y comenzó un vertiginoso camino: entender cómo explicarlo a sus hijos, vencer el miedo a las inyecciones, aplicar la resiliencia que había leído en libros y decidir vivir el proceso como un aprendizaje

Acudió a las instalaciones de e Media para la entrevista, horas antes de una cita hospitalaria periódica para limpiar el conducto por donde le suministraban la quimioterapia

Lo hizo con una serenidad que dejó clara la máxima con la que se despidió: “A mí, el cáncer, lejos de matarme, me llenó de vida”, afirmó.

P: Tienes que ir al hospital después de esta entrevista, podemos comenzar por ahí. ¿A qué vas?

R: Ya pasé todo el protocolo de mi tratamiento: ocho quimioterapias, veinte sesiones de radioterapia y una cirugía de mastectomía parcial. Tengo que ir cada mes a limpiar el catéter por el que aplican la quimioterapia. Se queda durante cuatro o cinco años, o hasta que se considere prudente, por cualquier eventualidad. En este momento, estoy en vigilancia; no se puede decir que estoy libre de cáncer porque una siempre es paciente oncológica.

P: ¿Cómo te sientes?

R: Me siento muy bien, tengo 47 años. Me diagnosticaron en noviembre del año pasado. Nunca lo esperé, nadie lo espera. Había detectado una bolita, fui a hacerme una mamografía y me dijeron que todo estaba perfecto. Me despreocupé y dejé pasar seis meses de valioso tiempo para regresar con el médico, ya que, como me habían dicho que no era nada, pensé que con el tiempo desaparecería. No fue así, se hizo más molesta y más grande, así que volví al doctor. A pesar de lo complicado, nunca me pregunté: "¿por qué a mí?". Desde el principio quise hacerme amiga del cáncer; veo que otras personas lo maldicen y hablan de lucha, pero para mí fue algo que me tocó, estadísticamente hablando, porque una de cada ocho mujeres va a vivir el proceso de cáncer en su vida.

P: ¿Cómo te tomó el diagnóstico después de que te lo habían descartado?

R: Me tomó por sorpresa. Nadie se espera algo así, pero tuve que procesarlo rápidamente porque tengo tres hijos de 15, 13 y 8 años. Necesitaba entenderlo rápido para transmitírselo a ellos y decidir cómo iba a vivirlo. Nadie sabe cómo reaccionar ante algo así, pero me obligué a procesarlo para poder explicárselo a mis hijos según sus edades, sin ocultarles información y pidiéndoles apoyo porque sabíamos que venían meses difíciles.

P: ¿Cómo se lo dijiste a tus hijos?

R: Hablé con cada uno por separado, considerando su forma de ser. Uno de ellos es muy racional, así que le expliqué con datos científicos y términos técnicos, lo entendió muy bien. A mi niña de 8 años fue a la que más me costó decirle, porque yo pensaba que se iba a quedar sin mamá, ya que eso es lo que piensas cuando recibes una noticia así. Me preguntó si se me iba a caer el cabello, si me iba a doler, pero terminó por comprenderlo. La de 13 años, que en ese entonces tenía 12, era la que más miedo me daba, porque no suele mostrar mucho sus sentimientos. Sin embargo, me sorprendió gratamente porque fue la única que lloró. A veces es necesario vivir esas emociones.

El cáncer me llenó de vida: Ana Paula

P: Tuviste que decidir rápido cómo vivir el cáncer. ¿Cómo lo decidiste?

R: Siento que la vida me preparó para esto. Había leído muchos libros relacionados con estos temas. "El hombre en busca de sentido" de Viktor Frankl, por ejemplo, me enseñó que incluso en las circunstancias más extremas, como en un campo de concentración, se puede ser feliz. "El obstáculo es el camino" es otro libro que me ayudó a ver que, si tenía un obstáculo, ese era mi camino para mejorar.

También leí "El poder del ahora", que me ayudó a concentrarme en el presente. Aunque el diagnóstico me tomó por sorpresa, estaba preparada. Desde el principio agradecí la situación y decidí compartirlo en redes sociales después de darme "permiso" de ausentarme para que el proceso no fuera tan difícil para mis hijos. Eso me ayudó mucho. Creo firmemente que, aunque estemos en un proceso complicado, podemos vivirlo con actitud y ser felices.

P: ¿A qué te dedicas?

R: Soy abogada, pero actualmente no ejerzo. Tengo un negocio de distribución de productos antienvejecimiento, lo cual me permite trabajar desde casa y estar con mi familia. Mi trabajo fue terapéutico durante este proceso. Recuerdo que el médico me preguntó a qué me dedicaba y me dijo: “Qué bueno que tienes tu terapia ocupacional”.

Me reí porque si él supiera todo lo que pago con mi trabajo, como las colegiaturas de mis hijos. Con el tiempo entendí a qué se refería. Tener metas es importante, sobre todo cuando estamos en una situación desafiante. Las metas nos dan vida y nos permiten enfocarnos en lo que podemos controlar. Formo parte de la organización "Yo te llevo a tu quimio", que ofrece acompañamiento y traslados gratuitos a pacientes con cáncer. Antes de cada quimioterapia, aprovechaba para hacer muchos traslados, porque no sabía cómo me iba a sentir después.

P: ¿Te atiendes en Hermosillo? ¿Cómo ha sido la experiencia?

R: Al principio le tenía miedo a las inyecciones, pero ahora las veo como algo práctico y necesario, porque nos curan. Cuando recibí la primera quimioterapia, sentí mucha incertidumbre porque la gente habla mucho sobre los efectos secundarios. Pensamos en la caída del cabello o en las náuseas, pero no todo es así. Cada diagnóstico y tratamiento es diferente. Cuando vi bajar el líquido rojo de mi primera quimioterapia, pensé por un segundo que eso me iba a dejar en cama, pero cambié rápidamente de mentalidad y lo agradecí como parte de mi curación. Celebré cada sesión de quimioterapia.

P: ¿Por qué estás aquí, frente a la cámara y la grabadora?

R: Quiero decir que el cáncer no es una sentencia. Hay vida después del cáncer, especialmente si se detecta a tiempo. Además, no lo veo como una lucha, es un proceso que decidí afrontar como un aprendizaje, más que una batalla. Cada persona tiene la opción de ver una situación difícil como un enemigo o como un maestro.

P: ¿Qué mensaje te gustaría dejar?

R: Sí, desde el principio he compartido lo que no se debe decir a una persona que está pasando por este proceso. No soy una guerrera ni una superheroína. No tengo que estar todo el tiempo con buena cara. Acompañar a alguien en este proceso no requiere palabras, a veces solo se necesita estar cerca. Mis amigos me preguntaron cómo querían que me apoyaran, y les agradecí por preguntarlo, porque eso es lo que uno necesita, que se preocupen de cómo mejorar tu situación. Agradecí que no me dieran consejos no solicitados ni me hablaran de dietas o suplementos. 

P: ¿Estás de acuerdo con la frase “el cáncer ya no te mata”?R: Totalmente. A mí, el cáncer, lejos de matarme, me llenó de vida.