La hermosillense Gloria Elena León mostró al mundo el DNA
La científica hermosillense fue la primera persona en el mundo que vio por primera vez este hilo genético milagroso que contiene la síntesis de la vida humana.
Gloria Elena León no conoce lo imposibles; lo imposible nunca la ha detenido. Su investigación sobre el DNA la llevó a ser la primera persona en el mundo que vio por vez primera este hilo genético milagroso que contiene la síntesis de la vida humana.
En el marco de celebración internacional por el Día Mundial del ADN, la científica hermosillense accede a una entrevista.
¿Cómo resumiría su libro Un nuevo método de análisis para el DNA?
Hay que cambiar el paradigma genético y establecer uno nuevo, de eso trata básicamente el libro en un intento de explicar todos estos años de fotografiar el DNA, analizarlo, y predecir enfermedades, traumas, a partir de su visualización.
¿Cuál es el mensaje del libro El gen del genio?
Toda la vida me lo pregunté, y desde que empecé a trabajar el DNA me di a la tarea de indagar sobre eso. Es una predisposición genética que nos hace ser buenos en algo.
Leonel Messi, por ejemplo, un genio del futbol, Einstein o Marie Curie, por poner ejemplos menos actuales. Todos tenemos un gen del genio, solo que hay contextos sociales más o menos para desarrollarlos.
¿Cómo se puede potenciar en los hijos el gen del genio?
La observación de todas las rutinas de los hijos, y estar en contacto constantemente, apoyarlos, dejarlos ser, ayudarlos a descubrir esa predisposición genética brindando actividades motivadoras de todo tipo a los niños.
¿Considera qué hay deficiencias o preferencias genéticas?
Hasta cierto punto sí, e inciden mucho en toda nuestra vida, incluso en nuestra descendencia. Como todas las lenguas comparten elementos comunes, a pesar de ser diferentes, se puede decir un tronco común, así hay genes que comparten algo de esa información primaria, mejor, similar, o defectuosa.
¿Qué representó el año 1991 para usted?
Fue maravilloso. Hasta el momento todos teníamos en la mente que el DNA no se podía ver. Enseguida que vi en el microscopio el hilo llamé a Enrique para que fuera con las niñas, porque no pensé que volvería a ver algo así jamás.
¿Qué importancia ha tenido este descubrimiento?
No lo vas a creer pero todavía nada. La gente y determinados gremios que detentan el poder científico dicen que no puede ser, que es imposible ver el DNA.
Respecto a este tema me acuerdo de un periodista norteamericano que me dijo hace mucho tiempo que si yo fuera alemana, francesa, escandinava, japonesa, o americana el reconocimiento hubiera sido inminente e inmediato, pues como era tercermundista, mexicana, de una provincia, nadie hace caso a eso.
Pero nada de lo ocurrido en este largo camino ha hecho mella en el propósito; nosotros llevamos años trabajando, y seguimos trabajando.
Tenemos tres patentes otorgadas y una cuarta en trámite, que será la culminación del proyecto.
¿Por qué se autoproclama investigadora independiente?
Porque nos salimos de la fila; digámoslo así. No fui apoyada con este proyecto, era más bien algo familiar, personal, que yo había venido trabando aparte de mi trabajo en el CIAD.
Un buen día con varios avances ya decidimos presentarlo a la dirección para buscar apoyo, y pues nos dijeron que no porque la propuesta de investigación les parecía imposible, que no se podía ver el DNA.
Antes de continuar vamos a ver el vídeo de TedxPitic de 2014 para ponernos más en contexto, argumenta Gloria Elena, y abre su laptop.
En ese interludio Enrique Rodríguez, su esposo, retoma el diálogo. “Es lo que Thomas Kuhn llama la ciencia normal”, añade desde el otro sillón.
Enrique Rodríguez es digno de admiración como artista y como esposo. Es pintor, y por causa amorosa, lealtad y confianza en el trabajo de su esposa lo ha dado todo por ella y la ciencia, que a fin de cuentas son la misma cosa.
Enrique fue maestro de artes de la Unison por muchos años, pinta hermosos cuadros que vende en subasta permanente para financiar las investigaciones de su esposa.
“Las quincenas no alcanzaban, siempre estábamos justos para las cosas de la casa, pero el trabajo siempre salió”. Ha tenido la dicha de ganarse dos automóviles en sorteos de la Unison y los ha vendido para financiar las investigaciones de Gloria Elena; han hipotecado la casa por la ciencia, el dinero que recauda con sus obras de arte van a la investigación del DNA.
“Una vez me llamó una señora para hablarme del trabajo científico de su esposo, y de la posibilidad de un patrocinio por mi parte. La señora había visto en algún lugar que las investigaciones de Gloria Elena eran patrocinadas por Enrique Rodríguez. Entre sonrisa y empatía le dije a la señora que yo era el esposo, y que apenas alcanza el dinero para esto”.
¿Cómo continuó investigando cuando se independizó?
Pues Enrique me dijo que por qué no íbamos haciendo el proyecto de manera personal. Hubo unas oficinas que abrió el gobierno, que eran unas incubadoras en la Universidad de Sonora; presentabas un proyecto de investigación y si lo veían factible lo aprobaban.
La pandemia coincidió con nuestro Honey Moon, íbamos a viajar para celebrar nuestro 50 aniversario de boda, y no se pudo.
Entonces Enrique me dijo que por qué no usaba ese dinero para hacer un laboratorio en casa. Y se hizo, y en el contexto de pandemia empezamos a recoger DNA de las personas con Covid-19.
Salieron resultados muy interesantes que compartimos con la Secretaría de Salud. Por estas fechas detectamos un corpúsculo común en el DNA pacientes con cáncer de mama; entonces pensamos que puede ser el microorganismo que causa este tipo de cáncer, y a lo mejor no solo el de mama, sino cualquier variante de cáncer.
El trabajo con el DNA en general es muy importante para detectar anomalías genéticas, y para prevenir cualquier tipo de enfermedad; imaginemos que desde niño se te esté controlando a partir de tu DNA, sería solo revisarse una vez al año para vacunas y cuestiones de seguimiento de la salud.
Se evitarían muchas hospitalizaciones, consumo de medicamentos, etcétera. Con esta cuarta patente ya sería la culminación del método, y esperamos que se tome en cuenta la propuesta.
¿Qué le preocupa de su investigación?
Me preocupa todo. Hemos hecho muchas cartas, hemos comunicado a embajadas, funcionarios. Recuerdo casos como el de la Embajada de Inglaterra, en aquella época estaba la fiebre de las vacas locas, y mi hermano nos sugirió escribirle a John Mayor (1992-1997), primer ministro de Inglaterra, “ahhh cómo crees que va a contestar, si aquí nunca contestan” comenta Enrique que le dijo a su cuñado.
Pues bueno, le escribimos, (prosigue Gloria Elena) apliqué la misma técnica que para ver el DNA cuando alteré el nivel de alcohol de la muestra, (sonríe). Quien te dice a ti que a la semana contestaron, querían saber cuál era el método y qué estábamos proponiendo.
No había manera de hacer llegar la documentación tan rápido como ahora con internet, entonces nos recibieron en la embajada de Gran Bretaña en Ciudad de México para presentar el proyecto y si era aprobado mandarlo por valija diplomática al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación; a los investigadores ingleses les encantó el método, y estuvieron sopesando hasta convencerse y finalmente aprobarlo, a pesar de haber recibido propuestas de todo el mundo. Pero se cruzaron las elecciones en Gran Bretaña y se paró el proyecto. Con la elección de Toni Blair (1997-2001) se retomó el proyecto después de haber matado a gran parte del ganado mayor.
Después sucedió la crisis de la fiebre aftosa, y mandaron unas muestras de sangre codificadas a México para analizarlas con tu método, pero en México debían otorgarnos el permiso para tratar esas muestras biológicas.
Hicimos el trámite con la institución pertinente y le pusimos copia al presidente. Al año respondieron, después que había pasado la fiebre aftosa; había ocurrido lo mismo de la otra vez.
Aprobaron el proyecto, y a los 3 meses nos llega una carta del Presidente Calderón diciendo que nos felicitaba porque el proyecto había sido aprobado, pero solo llegó la carta, el recurso para investigación nunca llegó, o si llegó quién sabe dónde quedó. Así ha ido mi investigación de tropezón en tropezón.
¿Cuál es el sueño que falta por realizar?
Pues que la técnica se aplique. Enrique y yo soñamos con ver un laboratorio gigante, o varios laboratorios en todo el país, con gente trabajando en el diagnóstico temprano de muchas enfermedades cancerígenas.
Nomás con ver el DNA se pudiera evitar muchas desgracias. La vida es lo más valioso que tenemos. Es muy económico este método porque generaría una medicina preventiva casi en su totalidad, y los hospitales quedarían para casos de urgencia, seguimiento, cirugías y especialidades, etc. Así se le daría un giro importante a la vida. Es lo que nosotros quisiéramos.
Toda la información ahí está, cuando ya no estemos la gente que desee retomar pueda acceder a esta. Es una lástima lo que ha sucedido, cientos de miles de investigadores pudieran estar trabajando ya con este método.
No ha habido motivación hacia esto; necesitamos un laboratorio de investigación y llenarlo de jóvenes y trabajar, pero nadie nos escucha (hace silencio) como al DNA.
Sin embargo, gente como nosotros que no tiene compromisos de gobierno sí nos escuchan.
Por ejemplo, hicimos una campaña de diagnóstico de sexo del bebé; fuimos buscando mujeres embarazadas y con una muestra de sangre se supo el sexo de la criatura, apenas en semanas donde no se puede saber por el método tradicional.
Hicimos las pruebas y le dimos seguimiento a las embarazadas para saber qué le había salido en el ultrasonido, y el resultado fue casi del 100% de coincidencia con nuestros resultados. Un resultado infalible, a pesar de las limitaciones de recursos de investigación.
La verdad es que esto ha avanzado como empresa familiar, y también gracias a algunas personas e instituciones que han metido el hombro. Ejemplo de ello es el laboratorio estatal que nos dio un espacio de trabajo; no tenían recurso para contratarme, pero me dieron el espacio, las muestras de sangre y los instrumentos a mi disposición.
¿Cuánto ha impactado ser tercermundista para su investigación?
El hecho de ser ciudadano latinoamericano ya es suficiente. Hay que hablar más alto, más constante, y sobre todo no dejar de estar molestando. Recuerdo cuando fuimos a Querétaro a un congreso nacional precisamente sobre eso. Presenté mi trabajo y ocurrió lo similar.
Sobre todo notamos algo, los investigadores están muy enfocados en seguir las pautas del Sistema Nacional de Investigadores porque tienen la certeza de que sus investigaciones sirven mayormente para eso, obtener la beca, y luego no se publica, no se aplica.
El debate giró también en cómo desde los países subdesarrollados se puede hacer ciencia. En cómo se apropian en el primer mundo de trabajos científicos del tercer mundo, y en como podemos citar de aquí para allá, pero no es al revés porque la validación no se muestra confiable.
Respecto a ese tema en general yo no me canso de decir que esta investigación que llevo años realizando es del tercer mundo para el tercer mundo, porque no muestra gran complejidad ni requiere grandes presupuestos y que se puede replicar en cualquier rincón del país.
¿Qué otra profesión le hubiese gustado ejercer?
Si Gloria Elena no hubiera sido científica, dice sonriente, hubiera sido igual científica.