Descubriendo a Benjamín Coria, el gigante dormido de la pintura en México

Hermosillo será la sede de la exhibición más grande de este artista en la historia.

Tenía 5 o 6 años cuando, de la mano de mi padre, subimos al elevador y me encuentro en una silla a un hombre de 90 años, pelo cano, barba larga, totalmente canoso, sentado, con una cobija sobre las piernas y con un juguete, con una especie de tamborcito que al moverlo hacía el sonido como de un canario que cantaba. Con eso llamó mi atención y me pidió que le llamara abuelo”, narró Salvador Ávila para e Media al recordar su primera impresión de Benjamín Coria, un pintor mexicano cuyos méritos artísticos e históricos han permanecido velados por casi medio siglo. 

Clareaban los años 80 cuando Salvador Ávila vivió la escena en el extinto Distrito Federal. Como todo abuelo, Benjamín le contó a Salvador cada una de sus hazañas: desde viajar a París para perfeccionar su arte, becado por Porfirio Díaz; formar parte de tres grupos pictóricos que cambiaron el arte visual en todo el planeta; y hasta enlistarse en la primera guerra mundial, llamado por la legión extranjera para rotular aviones de combate.

El pintaba las letras de la Royal Air Force de los aviones ingleses”, apuntó Salvador.

Hace poco más de 4 años, un grupo de artistas y académicos del arte viajaron a México, el tercer país del mundo donde se instalaría una exposición de pinturas llamada 'Modigliani y sus contemporáneos': sería expuesta la obra del pintor italiano, uno de los más célebres que ha pisado el planeta, acompañado de la obra de sus colegas y amigos. Al llegar a México, el equipo encargado de montar la exposición preguntó: "¿Conocen a Benjamín Coria, verdad, el gran amigo de Modigliani?" En México no existía, confirmó Luis Rius Caso, investigador de la historia del arte y uno de los primeros en abordar al pintor.

(Gracias a tal episodio) descubrimos a Coria, y ahora lo queremos redescubrir porque nos damos idea de la magnitud que tiene este señor ¡Y nadie lo conoce!”, dijo Sergio Estrella, empresario y cocreador de Oasis 179, una galería de arte ubicada en Hermosillo, lugar donde este 26 de noviembre se presenta la exposición más completa de la obra de Coria de la que se tiene registro.

Fue así como de un día para otro los recuerdos de Salvador sobre su abuelo se volvieron noticia nacional: estábamos frente a uno de los personajes más extraordinarios de la pintura universal, quien formó parte de la Escuela de París, del Grupo London y de la Escuela Mexicana

Con esta consciencia a cuestas, Salvador escribió a la redacción: “tengo una historia que vale la pena contar”, dijo. El día siguiente nos reunimos en Oasis 179 para escucharla. También estuvieron presentes Sergio Estrella y Raúl Macías, este último es pintor, investigador del arte y cocreador de la galería.

Ellos sabían que estaban destinados a la grandeza, por eso es tan importante lo que vamos a hacer en Hermosillo; vamos a poner a Benjamín Coria, por fin, en el lugar de grandeza que le corresponde”, dijo, emocionado, Salvador.

La vida de coria

Benjamín Coria nació en 1888 en Orizaba, Veracruz, en el seno de una familia católica. Unos 10 años más tarde, ingresó a la Academia de San Carlos, una escuela de artes, especialmente de pintura, fundada en 1781, cuando el territorio mexicano todavía llevaba por nombre la Nueva España. Allí estudiaban los mejores talentos de la época, guiados por los maestros más destacados del viejo continente. 

Fue la primera escuela de arte en toda América, y la primera planta de maestros, todos fueron españoles: se hizo un mestizaje muy especial”, dijo Raúl Macías

Allí, Benjamín fue compañero de personajes como Diego Rivera y José Clemente Orozco, y fue el segundo artista becado por el gobierno de Porfirio Díaz para viajar a Europa y empaparse de las nuevas corrientes. 

Mi madrina Judith (hija única de Benjamín Coria y madrina de Salvador) decía que le daba mucho miedo Diego Rivera, 'parecía un sapo', me decía”, apunto Salvador.

Benjamín llegó a París en 1909 con la tradición católica y familiar que le fue inculcada desde la cuna, pero pronto se internó en 'La Bohemia' de la mano sus amigos, gigantes de la pintura, como el propio Modigliani y Zagros, el afamado expresionista turco. 

Durante su estancia en París, que se prolongó durante 5 años, compartió estudio con Amadeus Modigliani y lo inmortalizó en un retrato de tonos cafés. En 1914 partió a Londres, donde se acercaría al vorticismo, una suerte del cubismo que Picasso volvió universal, pero en movimiento. Fue el único mexicano, hasta donde sabemos, en explorar esta corriente.

En este lapso, entre 1914 y 1918, el pintor fue reclutado por la corona inglesa para participar en la primera guerra mundial, según contó el propio Benjamín a Salvador.

En la primera guerra mundial fue reclutado por la Legión Extranjera, pero él pintaba las letras de la Royal Air Force, los aviones ingleses, pero cuando la Corona se dio cuenta de que era un pintor, y que el trabajo le estaba lastimando los ojos, lo retiraron del servicio y lo atendieron medicamente y con eso terminó su servicio”, recordó.

El resto de su aventura europea no está del todo clara, pues la memoria de Benjamín Coria estuvo oculta durante 50 años. Sin embargo, sabemos por los dichos de un abuelo a su nieto, y por algunas fotografías sueltas, que también recorrió España y, más tarde, África, pues retornó a México en 1936, una vez terminada la Revolución Mexicana. Fue contratado por la academia San Carlos como profesor.

Volvió a México en toda la extensión de la palabra: lo hizo casado (con Juditha, la madrina de Salvador) y con una hija (Judith Coria), la madrina de Salvador; un hombre de familia que dejó 'La Bohemia' atrás para volver la vista a sus raíces católicas nacidas en Orizaba. Se instaló en el entonces Distrito Federal, en el bosque habitación del inicio, y pintó bodegones, retratos y santos.

El desenlace

La historia de Benjamín Coria comienza su desenlace cuando muere su esposa Juditha. Poco después, el pintor vería el mismo destino, alcanzado por la vejez y despedido en un ritual discreto, sin tintes de funeral. Su hija Judith entregó la obra de su padre a la familia de Salvador cuando se acercaba su muerte, poco antes de la pandemia. La memoria de los tres reside con sus restos en la Catedral Metropolitana. Salvador considera que se les hace justicia.

Los restos mortales del monstruo de la pintura mexicana, este gigante dormido que es Benjamín Coria, su amada esposa y modelo, Juditha, y su extraordinaria hija, Judith Coria, están enterrados en la Catedral Metropolitana: me parece un lugar maravilloso que descansen los tres en este núcleo universal. Es un lugar de honor”, aseveró el ahijado de Judith.

Vuelta a Hermosillo

En este punto de la historia volvemos a Hermosillo: Salvador se casó con una mujer nacida en la capital de Sonora y se encontró, más tarde, con Sergio y Raúl, dos amantes de la pintura que estaban en pretensiones de abrir una nueva galería de arte en la ciudad, una enfocada a exponer a grandes artistas e impulsar el talento local. 

Con la herencia de Judith presente, Salvador, Raúl y Sergio acordaron montar en Hermosillo la exposición más grande de Benjamín Coria que se ha presentado en todo el mundo: serán 36 pinturas originales, mismas que los investigadores del Instituto Nacional de Bellas Artes conocen solo a través de fotografías.

La cita para 'descubrir' la obra de Benjamín Coria es este martes 26 de noviembre en Oasis 19, en el centro de Hermosillo, a las 19:00 horas. La develación será el acto principal de la inauguración de la galería.

Aprovechando la fecha de inauguración, vamos a echar a la luz la historia de Coria”, concluyó Sergio Estrella.