#RelatosDeLaFrontera | El asombro de una época: el fonógrafo en Sonora

minaexpreso09292017wwPor Ismael Valencia Ortega*

Los inventos que cambiaron el ritmo y estilo de vida del ser humano, poco a poco llegaron a México y Sonora. El asombro de nuestros coterráneos fue de la misma dimensión que la de aquellos en cuyos países fueron concebidos y fabricados.

Algunos asociados al transporte, como el ferrocarril, que redujeron los tiempos de traslados de bienes, materiales e individuos; otros en las comunicaciones, como el telégrafo que notificaban los sucesos del mundo casi de manera instantánea.

Pero otros revelaron nuestra capacidad de maravillarnos ante aquello que nos exhibía así mismos, el de la imagen como la fotografía, los sonidos y la voz de la diversidad humana oculta o impresa en un artefacto: el fonógrafo, que un inventor, Thomas Alva Edison había creado el año 1877.

Tal parece que una de las versiones del fonógrafo llegó a Hermosillo el 26 de abril de 1894, bajo el auspicio de la intensa actividad minera, comercial y el tránsito de empresarios inversionistas que visitaban el estado en busca de oportunidades, facilitado por la cercanía de la frontera con Arizona, que bullía de novedades.

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El Eco del Valle, periódico emitido en Ures, informaba que el itinerario que el dueño del asombroso aparato seguiría: El empresario que exhibe este invento pasará a Las Prietas para hacer oír su fonógrafo durante las fiestas de la cruz que en breve tendrán lugar en ese mineral.

Con un tono esperanzador señalaba que posteriormente tomaría rumbo a Ures: El fonógrafo, es decir el invento que debe considerarse como la más grande maravilla del siglo, nos visitara una vez pasada las fiestas referidas.” No hay noticias si se cumplió la expectativa de los habitantes de la olvidada Atenas. Tampoco quiénes a lo largo de su trayecto se atrevieron a grabar su voz en los cilindros de aquel invento y menos si alguien lo adquirió.

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Sin embargo, las novedades llegaron a lo más escarpado de la sierra sonorense. Un buscador de minas, Morris B. Parker, en su recorrido por el pueblo de Granados a principios del siglo XX, visita la hacienda del legendario hacendado Venancio Durazo, mismo que lo invita a una cena que remataria en una tertulia para escuchar música en un gramófono y sus discos, rodeados por la gente curiosa de los pueblos cercanos que supieron del nuevo aparato, adquirido por el hijo de Durazo, recién llegado de la ciudad de México.

Entre el fonógrafo y el gramófono, mediaba el asombro local de sembrar las voces de una época y escucharse, en el segundo el disfrute de la música que amenazaba eternizarse por esa noche, hasta que lograron retirarse de la fiesta y la hacienda. Para los prospectadores mineros era ¡… suficiente música para mucho tiempo. Parece, como que después de medio siglo, aún puedo oír el raspón del gramófono!

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Pese a ese incomodo rasgueo, llegó su perfeccionamiento y la popularización de esos instrumentos. En la cercana Nogales Arizona, se vendían para 1907 las maquinas parlantes de la firma RCA Victor. Poco a poco las familias de la elite las adquirieron como un elemento más de su distinción social.

Por Ismael Valencia Ortega*Doctor en Historia por la Universidad de Sonora

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