Embarazo y lactancia: alimentación, nutrición y salud

(PARTE 3 DE 3)

Culminamos esta serie sobre la nutrición de la madre en embarazo y lactancia. En la siguiente, abordaremos la nutrición del recién nacido durante la lactancia y la infancia temprana.

Abordaremos el tema de la lactancia, desde el lado del recién nacido. Existe una continuidad de cambios, de ajustes fisiológicos y metabólicos en la futura madre, durante el embarazo y después del parto. Con la lactancia llega a su fin un proceso relativamente largo que inició con la fecundación.

Durante el embarazo, además de los cambios fisiológicos en la madre para promover el crecimiento y desarrollo fetal, ella desarrolla otros que son fundamentales para el éxito de la lactancia. La producción de leche, conocida como lactogénesis, inicia en el tercer trimestre del embarazo, la segunda etapa de producción se da 2 a 5 días después del parto, y la tercera, 10 días después.

Durante la primera etapa de la producción de leche, está se empieza a formar y va aumentando su contenido de lactosa y proteínas. Esta etapa se extiende hasta los primeros días postparto.

La segunda etapa inicia un par de días después del nacimiento, y se caracteriza por un aumento importante en el flujo sanguíneo hacia las glándulas mamarias. Es el inicio de la producción copiosa de leche. Hay cambios significativos en su cantidad y calidad, durante los primeros 10 días de vida del niño. La tercera etapa inicia unos 10 días después del nacimiento, y es el momento

cuando la composición de la leche se vuelve estable.

Hay alimentos y nutrientes muy importantes para la madre porque ayudan al desarrollo de diversas funciones del recién nacido. Solo comentaré acerca de las grasas en la dieta, porque tienen un impacto positivo muy importante, en el recién nacido, para el desarrollo de sus funciones cerebrales.

El perfil de las grasas de la dieta materna, se refleja en la composición de la leche que producen. Las grasas de importancia son las llamadas omega-3, porque tienen un efecto muy importante sobre el desarrollo del cerebro, ayudan a mejorar la salud mental, el sistema nervioso y la vista. Los omega-3 promueven el aumento en peso del cerebro, pero también el aumento en sus

conexiones. Fuentes de omega-3: pescados, mariscos, aguacate y nueces, entre otras.

Durante la lactancia se recomienda que la alimentación de la madre siga los principios básicos de la alimentación saludable: consumir gran cantidad de frutas, verduras, granos integrales, proteínas magras y grasas saludables. La nutrición de la madre tiene, en general, un efecto moderado sobre muchos de los nutrientes que están presentes en la leche materna. Pero  en el caso de las grasas omega-3 hay mayor sensibilidad a lo que consume la madre.

Aparte de las grasas omega-3, algunos otros nutrientes tienen una importancia particular, por lo que la madre lactante debe asegurarse su consumo adecuado: 1) Folato y ácido fólico (vitamina B9), para prevenir los defectos congénitos; 2) Calcio: para la formación de los huesos del niño; 3) Vitamina D: para promover la fortaleza de los huesos; 4) Proteína: para promover el crecimiento; 5) Hierro: para prevenir la anemia por deficiencia de hierro.

Finalmente, es necesario  recalcar la importancia de que el embarazo se lleve a cabo solo en mujeres adultas, cuyo  propio proceso de desarrollo y maduración biológica ha culminado. Los riesgos asociados con el embarazo de adolescentes incluyen: bajo peso al nacer, muerte prenatal, preeclampsia (presión alta), anemia por deficiencia de hierro, y menor desarrollo cognitivo.

Desafortunadamente, México se encuentra en los primeros lugares en embarazo de adolescentes, en la OCDE. Se deben implementar políticas públicas efectivas para reducir este problema. En 2017 en México, dos  de cada tres madres que dieron a luz eran menores de 20 años. (ISGlobal BIGH, 2019).

El autor es Dr. en Ciencias Nutricionales Director General de Cultura de la Nutrición, A.C.

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