¿Votar el 6 de junio?
El autor es Director de Humanides y Educación en el Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.
Las elecciones del próximo domingo 6 de junio, donde están llamados a votar más de 93 millones de mexicanos, son particularmente distintas a cualquiera de las registradas en el país. ¿El
motivo? Serán las elecciones intermedias más grandes en la historia de nuestra democracia contemporánea.
Para este primer fin de semana de junio, se tiene previsto instalar 163 mil casillas electorales, que serán operadas por un millón 469 mil ciudadanos seleccionados al azar y capacitados por el Instituto Nacional Electoral. También más de un millón 300 jóvenes de 18 años tienen la posibilidad de votar por primera vez. Así que, pese a las dificultades, México está en condiciones de que sean los ciudadanos, votando, quienes definan quien los gobierna y los representa.
En esta complejidad de retos nacionales de diversas dimensiones, acudir a votar no es suficiente, es necesario emitir un sufragio informado, consciente y, sobre todo, razonado sobre lo que será
la mejor opción para el futuro del país. Más allá de partidos políticos o alianzas, lo que México requiere con urgencia, es de una mayor participación ciudadana, dispuesta a intervenir y exigir en
cada una de las decisiones que se tomen relacionadas con el bien común.
El reto es impulsar la formación de buenos ciudadanos con gran entusiasmo por involucrarse en la vida de México. Remarcar que votar no hace un buen ciudadano, si bien esto es parte fundamental, no es lo único. Para ejercer este derecho, es indispensable que la ciudadanía tenga claro que, al votar, debe reflexionar sobre cuál candidato ofrece un proyecto político real,
que ayude a mejorar la situación que se vive.
Elegir de forma inteligente y participar activamente en la elección, es obligación de un buen ciudadano. Si usted se entera de cómo van las cosas, si estudia a los candidatos, si analiza sus propuestas, si las contrasta con lo que han hecho en su vida política previa y luego, con base a esa información, decide su voto y acude a votar, es posible esperar una elección de mayor calidad.
Regularmente, las elecciones son más emocionales que racionales, y aunque esto ha sido válido para los procesos anteriores, en éste, existen condiciones que favorecen una participación más reflexiva que de mero trámite. Hoy, ya son muchos los ciudadanos, organismos, instituciones y movimientos que, a través de propuestas, cuestionamientos y monitoreo a las gestiones de los funcionarios, tienen un acercamiento directo con la política pública.
Para ejercer una ciudadanía plena, no se necesita ser especialista en un tema ni ocupar un cargo público, más bien, es querer participar y contribuir en mejorar las condiciones del país desde la rinchera donde se encuentre cada uno.
En el camino de la consolidación de la democracia mexicana, también deben fortalecerse otros rubros del país como la educación, la generación de empleos, la lucha contra la pobreza y la
corrupción, la infraestructura, el crecimiento en ciencia y tecnología, la rendición de cuentas, la aplicación del estado de derecho y la lista no acaba.
Definitivamente, para lograr una democracia plena es necesaria la participación ciudadana activa y comprometida. El reto será vencer la apatía de los electores y luchar por un voto informado y
razonado el próximo 6 de junio.
Requerimos ciudadanos más participativos en los diversos ámbitos para generar políticas públicas que beneficien más a la población y menos a la partidocracia mexicana. Usted, ¿qué piensa?
El autor es Director de Humanides y Educación en el Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.
@rafaelroblesf